Y en la palabra de la arrogancia te abrogas
Y cursas la noche y yo te encuentro
Y te encargo mis botones
Y tú me hechas a volar desde la cúspide,
La noche conoce tu rostro.
Al almuerzo
Severidad para la Tarde,
Tu recreo,
Y la felicidad al corazón
Y así tenerte,
En retención almacenada,
Siempre resguardando la palabra de sal
Rodeada de flores,
Quieta entre las arcillas para el barro.