Aquieta con piedad al ave que llora,
Quien se estremece y de la mentira verdad te nombra,
Es el agua derramada por alguien,
Es el alguien en recreo y la saciedad del otro,
Es la suciedad del canto por la tarde
Agosto de placer en tarde y alquitrán la tarde.
Las aves conocen la contemplación,
y conocen su canto,
Todos los abismos del hombre son iguales.
La puta arrogancia de la contemplación mística,
El ordenamiento del Tiempo en conformidad a categorías.
El precepto que gobierna a la técnica,
La técnica por excusa,
La técnica por pretexto,
La técnica por comienzo,
La técnica por técnica.
Yo no soy el comienzo de las emociones,
No soy el caballo ni el camino gris de la tarde,
No soy el sol,
No soy el corazón,
No soy el martillo, el castigo ni la noche.
Recostado en la orilla busco,
De lo que busco pasa la paz y te veo,
Miedo al vapor y la otra noche,
Mentira quieto el espacio secreto
Yo luzco,
Y al mar que sola la noche era mentira el vapor
Era la noche,
Fuimos el vapor y la arrogancia,
La sal y la mentira,
El aliento cálido del señor ante nosotros,
La puta arrogancia de la contemplación mística.
Es la Paz y la Violencia quienes se atienen a pensar,
Siempre la espada,
Nunca el receso,
Un credo omniaplastante que falsifica a la Ciudad,
Quien le asigna edad y
La atribuye por sanciones y magistrados,
Sienta de antemano al disponer por gloria su respuesta.
Allí donde aniquilaste a Edipo aún conservas a la carencia por tu estampa,
Pasas de fuego
En el cromo atenido,
Falsificando siempre al azul para establecimiento de todo lo dado.
Y a la ocasión el pase,
Adelante,
Aquí tambien nos devoran los dioses,
Elementos y nutrientes sabidos del afecto al ritual,
Rutilancia o la angustia viva que habla y pasa,
Que dice nada,
Que nada describe y de nada pasa,
Hablándolo y distinguiéndolo,
Pasar de horas,
Apestándolo
Y pasar de surcos a la Memoria,
Arrogante,
Deicida,
Gobernante con espada de plata y la ley hecha a sus manos.
¿Quiénes distinguen del Señor su Poder y la facultad operativa para la legislación?
Hablar y queda, despacio y queda,
Corte y se va,
Él habla,
Él habla,
Es la tabla quien sostiene revista,
Que inspecciona y determina la Paz,
Negocio y esparcimiento.
Él y los don de señores marchan,
Ellos no atienen respuesta o integración,
Analizan, disponen y reconocen lo que queda,
La fe del llanto,
Hablan la tierra y sanjan el arado,
Ellos conservan,
Ellos funden,
Ellos gestionan la molienda y la fe del surco,
El canto del valle,
El cause del río,
Las granjas que se tienden a su orilla,
Ellos dragan la flecha quien les abre el tiempo,
Que ocasiona familias,
Que proyecta la ocasión a la fidelidad y el espacio de la razón de servir,
Habitando la Tierra e integrando rostros,
Siempre sonriendo,
Siempre cantanto,
Siempre muriendo en batalla y no entre la fiesta,
Amados de dioses y no dejado a la sombra de caballos.
Todo esto yace para toda palabra que determine al ente.
Marchando a la guerra
Destruye tus elementos,
Consagra la carne,
Necia es la verdad que se enquista y requiere la carne,
Más tú, como los hechos,
Convoca cálida la desolación que auspicia mentira,
Mentira es cándido el rubor a la tarde,
También su sonrisa.
Si la mira en el vagón, no le hable.
Para la razón de la mentira toda prepotencia es oquedad,
Él ocupa en sanguinariedad y fuego,
Estatuye derechos,
Funde en hierro la vanidad latente y la estampa,
Él la deposita por verdad en el Espacio-tiempo.
La conciencia por comienzo del espacio que se acredita,
El sujetarse de la definición a los hechos,
El logos a su representarse,
Ceñir las siluetas a la carne,
Nombrar las cumbres,
Soñar el viento.
Se dispone del humo por señales,
A la Mar se le cantan los himnos
Que la cosecha nos repara
Y se habita lo falso que nos desenvuelve
Transpuestos por imagen en una sombra de frente ante el Sol.
Habitamos de paso lo falso,
La colina nos lo grita,
El espacio acreditado nos usa por los sueños,
Es la fantástica potestad que al signo le desenvuelve,
La inmensa soberanía que necio lo transpone
En espera a su fundamento
Y entonces penetra su garantía de certeza,
La Fe como el fuego.
De la palabra que concede aquieta la brasa,
Cándida entorna la carne en necedad por deseo,
Mentira un trago y mentira el fondo del lago,
Habla,
Quien mira y enamora que mire la sonrisa
Y muera de Posidón por leviatanes en la sobra del abismo,
Ya vendré luego de sangre a repetir el silencio,
Peán que se eleva y convoca al silencio,
La mirada enternecida de quien no existe y sucede
El rayo que deslumbra todos los signos en rededor al suceso.
Habitar todo lo falso que nos desenvuelve transpuestos en una sombra frente al sol,
Los dioses mueren.
Todos los juicios están mediados de iniquidad,
Yo soy la apertura de la representación en la futuridad de su presencia.
Acontezco.
La apertura de la representación es la futuridad de su presencia. La metafísica hace en cerrar la representación y disponer del cierre por presencia.
Todos los juicios están mediados de iniquidad.
Yo soy la apertura de la representación en la futuridad de su presencia.
La representación por espacio y espectro de referencia,
Sus elementos no son elementos, sus elementos son instancia del dogma.
Acontezco.
La futuridad de la presencia, el abismo por fundamento que pasa y nos abruma.
El transcurso continuo del futuro por sobre todas las cosas es un rastro;
Hemos asumido al Tiempo por una gran bestia.
Te llama en versos la eternidad que te carga,
te levanta y acelera los pasos de la sal por tu boca,
eres de quien nunca habla sin antes abrir las rocas,
garganta de eternidad,
lucero de la aurora.
El viento que pasa ante la boca
presume el fuego de tu aroma,
de tu otra eternidad que se te opone,
y que ya siempre te presume postiza:
Un sueño en naranja que intranquilice a la noche,
Y despacio anochece,
Despacio te tengo,
Y la luz es espacio demente que te yace y a quien tú retienes,
Aprisionando más amplio entre tus muslos dementes
El tiempo.
Desplazar conquistas por derrotas,
Despedazar el tiempo,
Rugir juntos
Y desalienar al justo y al terco,
Ser tiburón de todos
Y el halcón de nadie.
Habita junto el secreto que el fuego alumbra.
De las aves todas lo encumbran,
Sonido espacio el recuerdo de Estado,
Mentira vuelvo y me acontezco oscuro,
Pesado,
Rogando al ave que la mentira hable y encumbre el pasado,
Donde solo la roca a la cúspide instaure.
Y al cielo todo le yace,
Ya nada le acontece,
Que la piedad calla indómita la llamarada
Triturando el amor entre todos los fuertes.
Lo que yace instaurado de la cúspide al conclave
No es un mensaje,
Padre Zeus nos resguarda a su obra,
Y nosotros vamos cante que cante.
Desde el Cielo hablaban demasiadas verdades,
Espacio, Tiempo,
Recreo,
A la magia del amor le nace la conquista,
A la conquista
Le viaja
Morir la noche en la playa
Y todos cantan
Y todos brillan el cielo en el ocaso,
Asi,
La muralla brilla,
Y lento acontece donde quieta la llama
El ocaso
Y la llama en el piso,
Era el Sol.
Después el comienzo,
Quieto y sencillo vino sin anunciarse,
Estarcido y demente,
Un huracán en bendiciones,
Amarillos y naranjas entre las filtraciones del Cielo,
Y los pasos quedaron depuestos para la revolución,
Ya no habría más carne.
¿Qué queda cuando el poeta sale a escena?
Yo, ser, palabra. La unidad lírica del poeta, lo que no se nombra. Luego, a la poesía, el deseo de volver a ser yo. Alan Casas en un poema, escribe:
[...] obedientes cabezas americanas se inclinan segados por iluminados drones federales, soles en la nocturna flor del saxofón, en el barrio de tacones, palacios de muerte. Oídos vomitaran simbólicas poesías, perfumes sexuales, tablones de granito. Viejos bajan de autobuses y habitaciones alma de Himalaya, mujeres risas luz y dinamo, trillones de armonías para sordos, luz mental para ciegos.Los bloques de rítmicas alfaluces prenden con prisa cigarros, proyectiles de naturaleza, ciudades conversan de legados ancestrales, madres tierra, nodriza raza, seno madre, sangrada y eterna, murmullo tejido en la matriz de México, armas de fuego, limpias y bestiales, pintan y reproducen abismos, casinos, asilos, exigen una intimidad con el crepúsculo vidrioso del violín, embriagado, junto a cuatro aves tibetanas, bombas de hidrógeno, smog y pestilente estiércol.lirismo en madrugada, hermética vagabunda presa famosa por erecciones libres, manchadas de carmín y ángeles caídos.
[...]
¿Qué queda cuando el poeta sale a escena? Aceptar la sombra que el escenario nos presenta. Siempre la sombra, siempre el silencio, siempre son las manifestaciones de lo ausente. Y es que para todas las estratificación de las semáticas, tras los usos, ocasiones y abusos en que sucede la palabra que nombra la entidad del ente, la energia es antepuesta de su transposición en la sombra. La sombra es la sobreposición de la energía.
¿Qué queda para nosotros? El sitio de fiesta donde el Rey Ciego acontece y festeja, desnudo, el homicidio y la devastación literal de todos los signos. Un cosmos desacralizado.
Y es que ser bufon no es un arte, es una condena.
La transposición trascendental de la mente, el abismo que la poesía hondona, es el límite y la legitimidad de la posibilidad y de la pregunta por la posibilidad, tiempo que siempre nos requiere establecerlo nuevamente, siempre fundación tras el resquebrajamiento en el acontecimiento.
El verso es una pregunta que no se realiza, pensamiento pensante. El poeta mismo yace en llamas arrogante de su deseo, la desolación de su deseo, el desierto de su desengaño y de su desencuentro. No existe. Y es que el poeta joven, tal como el conocimiento, no existe. Es la antiguedad por desierto quien hace el verso, la poesía es el viento; la lectura, el lector, hace al otro lado del mismo vacío, el mismo misterio.
No hay explicación que de cuenta de nada de ello; es la vida lo que da cuenta de los poetas, y no la vida (o cualquier otra figura trascendental) quien permita una comprensión trascendental de la poesía, el poeta pertenece a los muertos. La poesía permanece a los muertos. El poema es la muerte.
El #verso, la pregunta que no se realiza, es el permanecer a la espera del juicio, paz en la arrogancia. Y es que el poeta en su ignorancia pertenece a lo humano. Ello mismo su grandeza: el hombre no existe.
Amor y alarido
De quien va en paz y de paz se entretiene,
Tendiéndolo,
Y entretejiéndolo todo entre cenizas,
Candente y siempre arrancado de golpe
A la sonrisa.
