Cielo Plomo (Photo credit: dgsosa) |
[externalidad,
cuenta viva
en
desencanto]
I
Kukulkán
-
Desnudé,
Saturé
Dije y pasa mi comanda acaso.
Es
de entre ustedes quien yace en la tempestad el corazón del Cielo.
No es sólo oscuridad quien yace
ante su voz,
Más no soy Señor la oscuridad que llama,
No soy Señor la oscuridad.
[…]
II
Kukulkán
-
¡CANTO
JUEGO Y CUENTO JUNTO
NO SOMOS
SEÑOR antorcha DE LA CALLE!
¡OSCURIDAD O
PRESTANCIA!
No somos
señor nosotros la noche.
[su
cuerpo se desvanece y se sienta en Loto]
Señor, vine acá cuando las
ramas hablaron
de las ranas que habrían
de partir.
Del corazón no sé nosotros.
Señor III del Xibal-ba
-
Muchacha,
anda ve y llama, dile a esas mismas ramas que nos hablen tus sueños.
¿Quién así
es la sorpresa de encontrarnos?
¿Así vienes
cada noche entonces?
¿Vienes así
del sueño a ser la noche?
Kukulkán
-
¡La noche! De qué
ocasión hablas. No es la noche sino mi paso.
No es la noche sino mi brisa.
Vienes así de pronto,
oscuridad,
¿y
pretendes así tú cebar mi grasa de jaguar?
¿Ante qué altares pretendes cruzarnos?
Yace tu palabra envuelta en negro
silencio,
Más
tus ojos no dicen tus sueños,
Y tú no quieres hablar conmigo.
¿Sabes qué palabra porto?
Señor IV del Sibal-ba
-
¿Osas tan sólo
maltratar la tarde?
Señor VII
-
Violeta que
extraes la tarde,
Esas imposturas de la carne muchacha,
Tus
antiguas fragancias de flores.
¿En qué grasas la colocas
al fuego?
Cfvnh
¿Con qué resinas las mezclas?,
¿a qué fomento coces?
Las resinas muchacha, ¿qué haces entonces en la coraza
del armadillo?
¿Haz aprendido a hacer el paso del viento en su
sutura?
Conoces la orquídea del
Tuxpan,
No quieras espacio de
nuestro fracaso.
Ah, la quietud tal vez acaso nos juegue otra voz:
Suena
ya el caracol del sur, algo se divisa ahora,
Serás tú quien cargue con
las noticias muchacha si no es lo que de ti esperamos.
[…]
[…] – eres
alguien
[…]
III
Señor VI del Sibal-Ba
-
La espalda del
paso muchacha. Camina conmigo esta tarde.
Vendrán nuestros hijos más
queridos, y antes noticias el sur parte,
Quisiera hablarlas de ti
con ellos.
Más quiero que ellos
mismos te escuchen.
Quieren aprehenderte
muchacha. Y no es que les de igual vivas o mueras,
Quieren tus palabras junto
a ellos.
Más ellos no entienden qué
haces al insistir que no eres tú la voz de ellos.
Kukulkán mismo no puede
mentirnos
Muchacha, Y Kukulkán no
será para la tierra tu reposo
de no ser tú el color
dorado del cielo
en esa voz.
Mañana realmente podremos
esperar el prodigio? No hay una sola piedra de ello que lo indique,
Nadie de esto nos señala.
No puedes ahora comprender
nuestro terror.
Kukulkán
-
Los
abuelos señor, ¿qué os contaron los abuelos del fuego?