Árbol.- Sonido de paz amanece quieto, Al hartazgo Los arces que de labios susurran el canto,
Llanto de miel,
boca insuflada,
El manto de mar y un amanecer quiero
El avispero.- ¿Amanercer quieres?
Árbol.-Que arrobe las llamas a distancia,
El avispero.- Es solo el cielo, el Sol al medio en ello. Anunciación del fuego y Nosotros la colmena,
Tu vanidad, Paz despacio secreto Y será sólo un resguardo.
Árbol.- Será amanecer quieto.
Ha escrito el silencio y al caos nace absoluto y dispuesto a sus pasos
la nave, evento y el curso.
Quiebra las hojas y ya del Bosque mis hermanos lo anuncian.
Camina, está completo.
Avispero.-Ya la anunciación si de rocas le place un sueño la palabra te toca, Del fuego también tú serás silenciado.
Árbol.- O todo se consume o el hombre hallará tu colmena,
Nunca vendrán de ti días felices,
Él tomó de paz al canto su rostro Y influjo a toda su palabra por llanto En la faz de mis hermanos el signo a la hoja del cuchillo.
Le pertenezco, así lo dictaminó su Vida.
Avispero.- Es sólo tu sombra y el clavel al que das amparo,
Es solo el caracol quien susurra de manto amanecer y resguardo.
Las hojas, míralas, Si de tocarlas no remueve nada, Nada de esto yace cierto,
Tú quieres oscurecer la verdad, Tu propia paz.
Árbol.- Tu propia vida. Veinticuatro tablas que cantan el llanto.
Avispero.- Todo figuran.
Árbol.- Santo de llanto sin paz de mar al sonido y al canto. Hermana de paz, ella vuelve,
Podrá decirte pronto dónde duerme Edipo.
Avispero.-¿Dormir? Él anda,
Anunciación será de siempre la tabla en resguardo ocultado.
Árbol.-¡El Águila!, ¡mírala! Sangre y se apresta
El rompevelas de sus anchas, El Sol lo refracta y él amanece quieto.
Son todas las palabras que ya le susurran secretos.
Nos dirá por donde vendrá.
Avispero.-¿O es el Mar o es el Bosque?
Será su propia vida,
Augurio secreto , Estampa de calma en donde yace al silencio el resguardo:
Árbol.- Él habla, inquilino al silencio y el Sol a la reactancia Orilla, Pero todo sentido vuelve a él y él lo anuncia.
Avispero.-¿Y si te dejaras consumir por la voz?
Eres un árbol, resuenas mejor por cada astilla.
Árbol.- Soy un árbol mas en mi tronco no están las manos. Muy pronto Corintio habrá sucumbido...
Entonces él, príncipe, vendrá A la labrar estas mismas colinas.
Avispero.-Ay, bien removido el suelo que retuvo la semilla, Espacio que desplazas en tiempo de vendimia,
Toda la boca, Un jardín donde siembre ciruelos.
Árbol.-Y rosas de furia a bien mieles de manto. Ciñe una voz si al canto tú añoras.
Avispero.-El fuego, el fuego canto, Puede ser paz, puede ser cielo, Quieres que todo esto se consuma
Más tenemos que buscar del polen ahora.
Tienes aquí tu amanecer quieto. Ya vendrán los jardines.
Árbol.-Mis hermanos resguardan al paso el alimento y el nombre,
Al bosque nuevas semillas traídas de mares lejanos,
Y si no somos nosotras Tebas sucumbirá junto a Corinto,
¿Y que será de nosotras y las aves al llanto de Otoño Sin nidos y leñadores?
Edipo no conoce maldad, quieto susurra antiguos pasos.
Avispero.- De la mantensión el Sol acaso, vanidad y augurio, Despacio de sal en canto y oración. Confías, él es necio.
Árbol.- Hace en silencio los Templos Mas ya nadie recuerda al culto
Avispero.- La palabra quizá tu sueño o mi reivindicación. Es sólo el tiempo y su verso.
Árbol.- Despacio el tiempo amanece y él sopla, aquí ya se anuncia, y no hay desgracia,
sus plantas ya remueven las hojas, y se desplaza tierno junto al Sol.
Su aliento será canto, Nosotras su soga.
Avispero.- Las antiguas piedras, nombras, mas antiguas sombras que las tablas y el culto, Más él es solo un niño y viene de las faldas tras divisar la costa.
Árbol.- Habremos de resguardar su nombre en raíz por sombra ante los hechos.
Blake's The Great Red Dragon and the Woman Clothed with Sun (1805) is one of a series of illustrations of Revelation 12. (Photo credit: Wikipedia)
Sonido quien va, tormenta quizá, y vuelve todo un infierno las cosas. Ahí está la cola del quetzal, tu cuerpo, el cuerpo y tus venas ahora en paz, la costa. Es el Huracán.
El nombre maldito de todos tus pueblos y todas tus tiendas las aldeas laceradas que aun manan la sangre de tu victoria. Tu victoria y lo ominoso de tus nombres. abandonado de tus dioses sobre los que imperaste y con violencia y victoria, y con lujo de detalle la roca en extinción de su corazón aun palpitante ofrendado al sol. México. El artificio de lo amado que respira sólo en lo luz de tus relatos incestuosos. Costumbres, impuestos de la repetición, incesantes de los nombres de tus piedras, el olvido del quinto sol.
¡Ah! misterioso aliento de tus vientos y tus goznes, el vórtice y la puerta que presentifica dos instantes. Ahora es tarde. Aun no es tarde. ¿Y si el hoy se aniquila como anoche? Es imposible la luna imposible de tu nombre. Del fuego que lacera la roca, De la roca que atrapa el fuego, De la pluma reptante que aúna símbolo y razón, el nombre de una tierra lacerada por tu nombre, del abandono de sus dioses, o los lagos en que el dios se morfó: Los siglos sin historia y los siglos sin razón, los siglos que sulfuran el adviento de una torpe invocación. México, He de cambiar mis pasos de ti. He de alejar tu nombre al olvido de la imposición y los pasos del olvido al mar De tus costas y tus héroes, los huesos calcinados en desiertos sin sol y sin augurios. De tu tierra sin futuro, las montañas, por tus crímenes: el relato y la desesperación. De los encuentros en que no piensas, de las noches en que te alejas, en las noches en que otro sea el tiempo de tus pasos y designios. En que el nombre diga su verdad. En que el ser se indigne de tu memoria. En que la abertura de tu templo redima la sangre de tus glorias. En que tu nombre sea sangre. y la sangre corazón, pasos, peregrinación.
The Kiss 1907–1908. Oil on canvas. Österreichische Galerie Belvedere. (Photo credit: Wikipedia)
Dentro de corazón de piel la roca talla si bailas, amanece quieto, es ahora la roca tan sólo un recuerdo de pulpa y mar, Alma dorada y el corazón a quien va, ella amarra la soga.
Los servicios escolares de educación en América evolucionaron mediante prácticas pedagógicas británicas, de raíz católico irlandesa en la recepción de huérfanos y víctimas de guerra.
Del regalismo la aniquilación de la compañía de Jesús.
Las naciones financiadas en guerra, de botín el saqueo, en nombre de Dios la paz y la verdad.
Los jesuitas no existen. Son los hombres de la compañía de Jesús. Es el mismo deísmo atenazado quien construye los argumentos regalistas que los subvierten.
De la monarquía, el cinismo.
El financiamiento de la Industria moderna, la mano que mueve azul la economía, no es una mano de signo, es designio de aguas y sumisión de tierras.
Es un deísmo peculiarmente ingenuo el que nos orilla a imaginar un Dios incomprensible que cursa los hechos malignos del mundo.
La historiograficidad no es sólo ya de sí la delegación de institución en la maldad.
No, un dios comprensivo, un dios receptivo, un dios atento o incluso un dios caritativo, avaro o generoso cualquiera,
Un Dios mezquino tal como el Hombre,
Humanos, demasiado todos.
América,
somos sólo Estados en América. ¿Quién la acumula?
Capricho nº 67: Aguarda que te unten de Goya, serie Los Caprichos (Photo credit: Wikipedia)
Pasa quieto en sol devoción y oscuridad de su sonrisa, Quien pasa, la vida, Quieta piedad Quieta calle Y todo lo que se envuelve detrás y desconoce Aguarda, emerge de quien en valle. Al tiempo sólo nosotras, Al tiempo sólo nosotras detrás en verde valle.
Cabe afrontarlo, la verdad es todo o no es ese tipo. Dios, ese tipo de Dios en el Mundo. Más no hay nada que redimir. El Estado Laico, la institución nacional. ¿Qué sabe o qué conoce del Diablo? Al respecto del Derecho es menester declarar que nadie es culpable –y debe ser esto tomado por bueno a cargo de un axioma – que bueno sería reescribirlo todo. Porque bueno sería pasarlo todo cual Bien sería dejar de mentir, de engañarlo, engañarnos. Bah. Verdades: No hay plazos a la voluntad.
De poner plazos en palabras que desplazan el ánimo humano a la factoría de la representación, es un vano y temeroso cinismo el que no hace sino sonreír sin sonreír, como quien habla detrás de la ventanilla a cada paso del diablo. Construye, que pareciera pues pronto luego tras ventanillas hubiéramos a bien renegociar nuestro ingreso a la hondonada de las cosas. Las palabras. Construir. Lo mismo.
No. Y es nomás no que nomás al paso se angustia uno junto a uno. Nunca ante la angustia de uno hay caso. No habemos otros, la lejanía es una: no se estructuran juicios analíticos a base desolación. Buscamos ciegas lealtades que al paso el viento no soporta, que nadie puede apagar la llama al Terebinto cuanto a éste la place arder. Nomás al paso lo alumbra al Juez en su sitio, y arde, es cierto, arde al fondo del desierto o en un jardín. En el más tierno castillo que es cierto, arde, porque cierto es, y con ello todos juntos: Nadie.
Todo es todo y el cíclope sordo grita desolado un clamor que no comprende. Nada, el ser clama extasiado al poeta al hueco de la caverna donde del son ensordeció por comienzo todo. Las cosas, suele pasar. No requiere ya ninguna ciencia política al traro para decirlo. Odiseo, el único poético de la historia fundador de Derecho. Que si en el desierto ves un incendio el incendio es. Más sucede que podrían ser cientos de kilómetros lo que separan de la llama la oscuridad que nos trashunda. La luz y la oscuridad de su lamento son uno.
Las causas de este fenómeno deben ser consideradas al paso de la rotación de la tierra y la disposición de la luz por sobre la propia superficie en paso por el desierto hasta el punto donde el auto que transcurre por su vía en medio del desierto puede contemplar la llama del Terebinto consumirse al otro lado del tiempo.
El Criticismo requiere por Inicio la autoridad del lector. De sí entonces el texto, la Ilustración.
Apelar a la Inteligencia. La construcción de Retórica: Sistema.
Lo leído, efectividad significada de la comprensión en Valor, se suscita en un puro presentarse aprehendido,
La Palabra de Sistema.
Más el texto no es una analogía, ni la luz es trascendente. Al Estado, del efecto, comprensión,
Que el Texto es el Texto y la Luz su Constante[1]. Todo lo demás es Ruina.
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[1] La Luz es una constante de apercepción. El discurso que dice que vemos cosas, el discurso que dice que vemos, el discurso que dice que vemos cosas, el discurso que dice que vemos la luz que incide en las cosas. El discurso que lo niega todo, que dice que no vemos y que la vista es una comprensión. La Luz nos hace ver.
Ella es Libre.
Esto significa que si pudiéramos ver un haz de luz en un desplazamiento mayor a la constante de desplazamiento de la luz sobre el vacío [300 mil km/s], veríamos entonces el mismo Vacío. Ver el Vacío es su vaciarse. Sólo a la vista el Universo tiene sentido. La materia es una trayectoria.
Más así la significatividad del Universo es siempre y únicamente tan sólo una visión, la nuestra.
No hay Necesidad en la estructura de los astros. Es un recurso de la apercepción.
[Ver y la asunción de subjetividad] [Teleología del Representarse] [El espectador]
Esta foto fue tomada en las afueras del pueblo de Ojitos de Santa Lucia, Zacatecas, Mexico en el Cerro de la Peña. Muestra a unos nopales, un ejemplo del medio ambiente en tal lugar. (Photo credit: Wikipedia)
Pero no cualquier invocación, es la invocación que interroga, que cuestiona lo más cuestionable. ¿Cuál es el origen de este carácter cuestionable de lo cuestionable?
Silencio, ¿dónde llevas
tu cristal empañado
de risas, de palabras
y sollozos del árbol?
Veamos… busquemos…busquemos. Busquemos elementos de la pregunta, todo aquello que atañe al cristal, todo aquello con o de qué se ha empañado.
“Cristal empañado de risas” “Cristal empañado de palabras” “Cristal empañado de sollozos del árbol”
¿Cuál es el lamento de los bosques?
En la tierra cualquier bosque es poeta.
En Cristo se ven los maderos del lamento.
*
“Cristal empañado de risas” “Cristal empañado de palabras” “Cristal empañado de sollozos del árbol”. Estos tres elementos, son aquello que lleva el Silencio, ¿lo que el poeta ve y porque lo ve, lo enuncia? ¿Lo que su propia niña contempla y calla anonadada ante lo sensual de su plasticidad?
¿Por qué enuncia aquello que lleva el silencio? ¿Por qué en este poema el poeta viene a hablar ante la ausencia del sujeto mismo interpelado?
*
¿Empañado? Un espejo empañado, ¿se empañó o fue empañado?
*
Ab-ducción, re-ducción, in-ducción, de-ducción,
Se-duccion, ducción, ducción.
No es la lengua, es la boca, toda boca habla, no sólo usted señorita mimada.
*
Quién calla no es la niña, es la boca de la niña, toda niña habla de otra cosa.
*
Yo, poeta, ¿qué cayo cuando digo todo lo que digo?
¿Qué digo cuando cayo todo lo que cayo?
¿Qué cayo cuando cayo todo lo que digo?
¿Qué digo cuando digo todo lo que cayo?
No soy yo mismo. Es mi boca, es mi silencio,
Es mi enano lector.
Ven, entonces el silencio te toca,
te toma,
Te toca a ti también.
*
Si no lo podemos resolver, eventualmente se resolverá todo, es cuestión de asistir al comienzo, estar ahí siempre con todos,
*
Sí, estar ahí durmiendo.
*
También a mi me toma
*
La segunda estrofa nos interroga sobre cómo se limpia aquello mismo que es la empañadura:
¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento
dardo en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?
Aquello mismo que es la empañadura se dice: 1) el rocío del canto, 2) las manchas sonoras que los mares lejanos dejan sobre la albura serena de tu mando.
*
Ahora bien, en el segundo enunciado del verso y sin antes levantar el brazo, es el poeta quien quiebra el cristal. Aquí se irrumpe abruptamente el orden de la metafórica del silencio como empañadura del cristal, aquí ya son directamente las metáforas el quiebre del mismo. Aquí toda mi piel se estremece. Aquí está el poema.
La pregunta es qué se ha rostro en Lorca, que se ha roto en mi.
*
¿Yo?
*
¿A dónde podría ir el silencio cuando por la tarde lo hieren las campanas irónicas de la fiesta, de la vida?
*
El color irónico es el azul.
*
La sangre es dorada.
*
El problema es que con esto, el silencio ya no es cristal, ahora es un río, cuyos dulces remansos son quebrados. Es decir, la metáfora del silencio como cristal, justo desde la metonimía del quiebre de éste, si la quisiéramos ver en su repique para el siguiente par de versos, ya es otro mundo, todo él soberano de su sentido, pues de lo que era un simple accidente en la sustancia ha brindado la pertinencia para que el quiebre no sea el quiebre del cristal: ahora es remanso, quebrado por “bandadas de coplas” y el “gran rumor dorado”. Pero entonces, ahora, es que este rumor dorado que antes caía junto a las bandadas de coplas en los remansos del río, cae él mismo, al final de la estrofa, sobre montes azules que sollozan.
¿En cuántas cosas se ha convertido el silencio?
¿Cómo limpias, silencio,
el rocío del canto
y las manchas sonoras
que los mares lejanos
dejan sobre la albura
serena de tu manto?
¿Quién cierra tus heridas
cuando sobre los campos
alguna vieja noria
clava su lento
dardo en tu cristal inmenso?
¿Dónde vas si al ocaso
te hieren las campanas
y quiebran tu remanso
las bandadas de coplas
y el gran rumor dorado
que cae sobre los montes
azules sollozando?
Ha sido lo que empaña. Ha sido el rocío del canto, las manchas sonoras, el mar de los mares lejanos, ha sido la mancha sonora en su propia albura, ha sido la serenidad de su manto.
Ha sido quien cura el cristal. Ha sido su propio ritmo al caer la tarde, ha sido los pájaros cantar al caer la tarde, ha sido el sol dorando la ladera de los montes de súbito asombrados de penumbra. Y esto sólo en la segundo estrofa.
¿Quién?
*
Todavía no comprendemos el azul:
El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
La espina de la risa
O el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.
Bien, el silencio viene de ser cristal, empañadura, roció, mar; ha sido el instante exacto antes de cada evento, antes de cada contacto.
Viene el aire de invierno y hace pedazos el azul. El azul ya antes era el color de los montes al atardecer, al ser bañados del astro sol. Pero la imagen es confusa.
¿Quién baña a quién? ¿A qué hora?
Pues ese azul no desciende sino que sube desde la tierra, ya en dirección al sol que se pierda al fondo de la ladera, en la disolución de sus horizontes en la anti-alborada.
Suena de nuevo la albura serena de un manto.
Esto que suena, el aire de invierno, además de hacer el azul pedazos troncha las florestas, “tus florestas”, dice Lorca. ¿Qué florestas son estas? ¿De qué?, ¿de quién?
De la decisión del sentido. Toma lo que quieras, de cualquier parte del poema. Claro, en tanto los elementos sean más cercanos, resulta entonces que el mutuo movimiento ilumina y oscurece en el transito de la luz; siempre se recorren dos costas: revela que el sol no conoce de alboradas, tampoco de ocasos.
De nosotros ¿qué puede el sol ver?
¿Qué puede ver el sol de nosotros?
¿Qué puede ver el sol?
¿Qué es el sol?
Un sol no ve, sólo alumbra su propio albor.
*
Cualquier cosa qué sean y de quién sean las florestas, son tronchadas por el lamentar callado de alguna fuente fría. He aquí ya, de antemano, nuestra propia participación en el verso, en el todo del poema. He aquí donde somos él y yo, piel con piel, en el coloquio de poetas:
El aire del invierno
hace tu azul pedazos,
y troncha tus florestas
el lamentar callado
de alguna fuente fría.
Donde posas tus manos,
La espina de la risa
O el caluroso hachazo
de la pasión encuentras.
Donde poso mis manos encuentro la espina de la risa o el caluroso hachazo de la pasión. ¿Donde están las costillas? No sé, pero tenemos mucha de tu carne poeta para azar.
¿Vampiros?
Caníbales poeta, me comí tu cuerpo entre tus letras.