-Hablábamos de gente joven, que saben un chingo de
cosas y se sienten sagrados namás que conocen lo que nadie más conoce… porque
conocen cosas que a nadie le importan, con las cuales nadie se compromete… por
otro lado tienes una generación de artistillas plásticos baratos, de todas las
edades; eventualmente los chingones, qué
pueden hacer… justo se trepan a sus cuates filosofía y letras para irse a la
feria del libro vestidos de ángeles (pintados de verde) a susurrarle poemas al
oído a los compradores de libros. Claro, la imagen es bellísima, es poesía en
practica, pero pues ahí queda.
-Bueno ¿y a qué tipo de gente se los decían? ¿A
todos?
-
Susurraban, que no es lo mismo, y tú ni sabes
quién lo está haciendo…. pues a los que iban a comprar libros, digo también hay
que saber leer. ¿no? Porque mira, el fenómeno es exactamente el mismo cuando
vino la expo-sexo, es como “proletario venga usted a ver lo que nunca se va a
poder comer”, digo yo nomás veo la portada de los periódicos el Universal, el
Grafico, esos. En esos días aparecieron fotos así, entonces está una donde
apenas insinúo parte del cuerpo, el cabello, la espalda de la chica que está en
pelotas, en el escenario puesta en cuatro y entonces así todos los piches
güeyes con sus celulares y entonces un
señor así, de los que te encuentras en la calle, un mexicanote mexicanote, un
señor así medio chaparrito, cachetón con bigotito, cabello negro negro, con una
pinche cara de perversión absoluta pero así, de que tiene el celular y hasta
está temblando….este país no sabe consumir, sabe adorar en lo terrible.