A la vida un suplicio,
El ave viene,
La imposición de la gradiente
En el abismo que masticaba los mitos,
Las horas,
Y la violencia del Poder que ya te añora,
Te arrancan devoción y te solicitan vida,
Tú miras la Luna bailar,
Él brilla:
No hay pájaro, no hay bosque,
El fuego somos ahora nosotros mismos.
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