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martes, 18 de enero de 2011

El llamado es la voz de lo extinto

Despierto. Olvido. Recuerdo y silencio.
El silencio incide en mis recuerdos,
un sueño, otro vértice surcado,
conferido, dibujo soñado de ser
un punto del entretejido, hilo de mi canto,
silencio de mi pedestal,
sombras textiles
de los signos dispuestos al olvido de su sentido.
De su sentido depuesto al ser.
Como voluntad de olvido,
de no sostener la pluma
si la pluma al par no da sustento:
renuncié así a escribir
los dos poemas que vinieron a mí en sueño
por la mañana,
otro sueño quiero dormir.

Nosotros no somos ni tú ni yo

Los árboles no son pared.

Aquí es donde está el academicismo de T.S. Elliot y de toda la antropología contemporánea. Creen ir a lo real desde lo imaginario sin pasar por la pared. Creen ir de lo imaginario al signo, y de ahí pretenden comprender. Lo simbólico no es real ni es simbólico. El símbolo es.

Lo simbólico emerge como reiteración del signo, cuando que ya el signo es insistencia del símbolo. Todo símbolo es un signo, pero no todo signo es simbólico.

¿”Antropología contemporánea”?
¿Y apoco ha existido otra antropología que la humanidad?

El zoon logoi aristotélico ante el homo sapiens sapiens de la modernidad no descubren un tránsito-camino entre diversas épocas, realidades históricas, horizontes culturares, o condiciones histórico-materiales de la producción. Si más allá de la física están los principios, estos principios requerirían una pared donde escribir estos signos, una mano para mover el cincel del pensamiento y un sujeto del pensamiento que mueva la mano del placer.
Sujeto y objeto. Praxis. Alma, cuerpo y espíritu. Karma-dharma y samsara.
Dios, el hombre-dios y el espíritu santo.

[Lenguaje, acción y poesía]

De acuerdo, pero aún esto comparte posición en los últimos cuatro mil años de historia.
Sí, pues si decimos lenguaje, acción y poesía para decir sujeto-objeto y praxis, o también para decir alma, cuerpo y espíritu, el silencio y todo silencio referido en los últimos diez meses señala la cuaternidad donde habita el ente.

“Pero ‘en la tierra’ significa ‘bajo el cielo’. Ambas cosas co-significan ‘permanecer ante los divinos’ e incluyen un ‘perteneciendo a la comunidad de los hombres’. Desde una unidad originaria pertenecen los cuatro –tierra, cielo, los divinos y los mortales.”*



Pero cabe añadir, o mejor dicho, explicitar que esta cuaternidad es, independiente al olvido de cualquiera de sus “factores”. El ente no requiere al ser.
La tierra puede permanecer ignorada, desechada, rechazada. La tierra es la tierra.
Este es el ámbito del origen, la apertura de la tierra que permite el primer comienzo y el otro comienzo del pensar.


Sentencia previa de Periando

μελέτα τό πάυ
Periando

Preocúpate por el ente en totalidad



La filosofía no simplemente es, es la devolución al hombre de la determinación en la asignabilidad al ser. (Meditación, p. 83).

“Tal meditación sólo es posible como confrontación con la historia, historia en que la filosofía sólo ‘es’” (Meditación, p. 75)

Este es de la filosofía, este es de la historia, ¿mienta ya acaso la historicidad? ¿el régimen de temporalidad? ¿el horizonte de expectativa, el espacio de experiencia y los estratos de la temporalidad? ¿el espacio de los códigos, el espacio de reflexión filosófica-científica y el ahí de la cultura?

Primero debemos ir por la negatividad en Hegel, eso propio que permite ser a la filosofía. Debemos remontar la historiograficidad de su absoluto, lo que permite la dialéctica entre el ser y el devenir. Debemos comprender las pautas propias del proyecto heideggeriano, debemos apropiarnos de nuestro propio brillo. Ahora sí, re-comenzar la meditación.

* Martín Heidegger, “Construir, habitar, pensar” en La pregunta por la técnica (y otros textos), Folio, Barcelona, 2007, p. 48.