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martes, 30 de marzo de 2010

Hablo de amor que quiero hablarte de infinito,

pero el infinito habla de ti, de tu entrepierna,
que erradica toda mi cabeza.

Habla y exhala en el goce de ambos,
Pero el lenguaje nos saca la lengua
y vuelve a correr el saltimbanqui con el reloj en la mano
y nuestras cabezas en la solapa de su chaqueta.

¿Lo viste? Lo olí, fue tu respuesta,
y el infinito hizo retumbar el abismo sobre nuestra piel.
Entonces te sacaste los ojos
al ver nuestros pies entrecruzados

Quitamos los vestidos de la luna.

Nos quedamos con sus rocas frías
y perdidas del sol.
Las amamos y nos amaron en su nada.
Nunca la pérdida fue tan alegre
en el reflejo de nuestro mirar
al cielo sin dioses o sin estrellas.