http://levedadelsigno-ser.blogspot.com/2010/08/un-viaje-la-mirada-en-tres-d.html
Sin saber cómo lo hicimos, la palabra no basta para cursar ella misma todos los cursos de lo posible, de sus posibles. La encausamos, se tornó realidad cuando quedó fijada más allá de la retina, más allá del otro, más allá de la presunción del ego. Sospecho que todo inicia cuando se supo (sin saber cómo, seguramente como Edipo, sin saber que resolvio el enigma de la esfinge) capturar al tiempo/viento del mito, cuando la poesia se redujo a consideraciones ulteriores de verdad como posesión y desarrollo de técnicas, de civilización -desde la retórica, la dialéctica, la gramática y la filosofía, hasta el imperio y la religión universal. Ahora es un río enlatado, teológico y teleológico, con instrucciones de abrido, de vacío, de llenado, de cursos y recursos que van guiando la perspectiva, la dirección, el sentido. Que nos otorga la "creación" y propiedad de la perspectiva, la dirección y el sentido. La composición.
El espacio entonces se pliega-despliega no desde el mito y la apertura caótica de sentido, sino desde las construcciones geométrico-simbólicas que domeñaron a la Eris y sus noches. Algún día todo lo perdido, sepultado y en cadenas que reposa en el Tártaro, será recuerdo como disposición a la invención, a la fundación: Gigantomaquias, los bigotes del Quijote, todo aquello que permanece fuera de nuestros recuerdos, insinuados como alucinaciones de peyote en una o dos palabras mágicas.
En ocasiones sucede que las dimensiones se cruzan -y tu poema es una de ellas-, se tejen y entretejen del juego de miradas, de tragedias que no abarcan, de destinos clausurados de comprensión y de sentido. Entonces escribes a tus anchas, y, sin desprendernos de las técnicas y ejecuciones, cruzas por varias de esas dimensiones donde hemos constreñido el curso de los ríos, el vaiven de las sábanas, o donde hemos enterrado a los poetas en el mero centro del escenario donde se juega la danza del vino de la poesía. Hemos construido nuestras represas, pero...
¿Desde dónde y hasta dónde es un poema?
¿Cuándo inició y cuándo termina?
¿Podemos cronologizar su permanencia, su pertinencia? Podemos creernos sabedores de sus ansias, de sus derrotas y sus traiciones, de sus juegos de significacion... pero...¿podemos saber quién mira nuestras letras?, ¿podemos siquiera pretender "fijar" una danza y reproducir sus pasos en las arrogancias de la Academia?
La significación forzosamente es una relacion temporal. Así mismo la referencia y la inscripción de un juego de disposiciones y palimpsestos semánticos habrán de ser comprendidos como una serie de sedimentaciones históricas, estratigrafías si pensamos en Foucault. Pero ¿qué pasa con una "palabra" como "ser"? ¿Existe un tiempo del lenguaje, de la escritura? ¿Realmente puedo confiar en el pensamiento de la lingüística y pretender que la escritura es una estructura a-temporal?
Pues es que acaso ella misma, en el ser, la palabra ¿no es el tiempo, el devenir, el cause y encause del resto de las palabras, las voces y las letras? ¿De las relacione y redes que disponen y nos entregan un Ser (¡Dios!, el ego) y el mundo?
No creo en iglesias, no creo en biologicismos. Menos en un ámbito original de la perspectiva. Por ejemplo, dice Quevedo (¿desde cuándo y hasta cuándo?, insisto):
En otros siglos pudo ser pecado
severo estudio y la verdad desnuda,
y romper el silencio el bien hablado.
Pues sepa quien lo niega, y quien lo duda,
que es la lengua la verdad de Dios severo,
y la lengua de Dios nunca muda.
Son la verdad y Dios, Dios verdadero,
ni eternidad divina los separa,
ni de los dos alguno fue primero.
Si Dios a la verdad se adelantara,
siendo verdad, implicación hubiera
en ser, y en que verdad de ser dejara.
Es decir, en tanto concebimos al ser como lo opusto al devenir, el ser (en la requisición aún por pensar de la disposición técnica de la lengua que permitió pensar al ser como lo estable, inalienable, inmutable y trascendente--> la escritura, me parece)aparece como garantia del estatuto asignado a Dios-Verdad y designado al y en el hombre en tanto empleo de la lengua como horizonte de construcción de verdad-mundo(adanismo-ingenuidad).
Entonces está la lengua(lenguaje) y la lengua, el ser y el devenir. Pero lo que es el ser -antes de la disposicion técnica de la lengua que inaugura el pensamiento del ser como absoluto-, es justo el mito, la historia, la narrativa. (Pero en ello, la propia escritura de la historia es mi primer problema -> Realidad-ficcion, ser-parecer).
En el salto del pensar al ser y al tiempo, ¿qué deviene con la poesía?
Por ello, si se piensa con y para con Hegel que "nada hay en el intelecto que antes no haya estado en la experiencia", no sólo hay que suscribir la antítesis: "nada hay en la experiencia que antes no fuera en el intelecto", sino que a un límite anterior, ese intelecto, esa experiencia, es y responde a una disposición técnica-temporal (histórica y de escritura) particular de la lengua. Y que por ello mismo, la experiencia, con la perspectiva incluida, así como todas las categorias de la subjetividad y objetividad, ya se encuentran atravesadas por las instituciones de verdad, inscritas desde la lengua por la construcción historiográfica de las categorias del ser (tabla de categorias, principios lógicos, y las relaciones causa-efecto)-> la metafísica.
El "ensayo" http://palabrante.blogspot.com/2010/08/de-la-esencia-de-la-verdad-y-el-destino.html es una de las primeras paradas/prácticas en esta destrucción (no deconstruccion, eso es de nenes,ja!)donde la poesía es... no sé qué es. Tal vez el no-ser.
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viernes, 3 de septiembre de 2010
jueves, 2 de septiembre de 2010
Marca
La marca, del silencio
de un susurro que dice nada:
salud del viento,
tormenta e invocación
del cauce del río que desemboca
en el carro del silencio rojo,
del silencio que insolente llama
las costas, las llama de su sangre
en horas, canteras de la marca que eternidad e instante
las marca, señal de aurora, horizonte de templanza
del cielo y del infierno de la tarde
que vuelve enojo encanto, canto derroche,
canto de mareo y de danza.
De las miradas que se apartan y se apartan,
de la coquetería del satín sádico de silencio,
de la invención satánica y sin remedio,
de la derrota que fulgura en circuitos,
en dominio del soporte, no-otra, no de juicios,
en el sueño de la danza entre las sábanas,
en el sueño de su no-uno,
vuelto puro,
vuelto lenguaje, vuelto palabra.
Vuelto lenguaje en la exacerbación del signo,
de la marca que se marca y aparta, la marea,
que poseemos y del infierno traga uno
de la sangre que se hace,
se digiere pero antes se ingiere
en la marea que señala el apartarse
de las miradas en la posesión de uno,
del uno que se sangra, y sangra sus labios en la marca
del otro, para el otro que danza en ignorancia.
La marca que lo posee, lo posiciona, lo danza,
para el otro que también es uno
cuando el satín se torna impuro
y sangra su lágrima de sangre, que impera,
que se pecha al uno, lo impecha en otro,
y se sangra en el beso del uno
cuando son dos y son mirada en y del despecho
que aparta el mundo, que vuela la danza,
que vuelve ninguno.
De la marca que se sangra y desangra
en uno, de la marca que se flora en ninguno,
donde el mar no es mar
ni la costa es costa,
donde el cielo no es cielo
ni el mar es danza.
Donde la noche es aurora,
donde el día es aurora,
donde mi nombre lo escribiste en la playa,
donde de mi sangre cree montañas,
donde terrificaste mis pretensiones,
donde marcaste la tierra a tus anchas,
donde el satín fue mi derrota,
donde mi derrota fue tu ansia,
donde de un beso nació la aurora,
donde la aurora me marcas,
donde la marca fue mundo,
nuestro mundo, nuestro mundo,
nuestro único e infinito mundo
es nuestra danza.
de un susurro que dice nada:
salud del viento,
tormenta e invocación
del cauce del río que desemboca
en el carro del silencio rojo,
del silencio que insolente llama
las costas, las llama de su sangre
en horas, canteras de la marca que eternidad e instante
las marca, señal de aurora, horizonte de templanza
del cielo y del infierno de la tarde
que vuelve enojo encanto, canto derroche,
canto de mareo y de danza.
De las miradas que se apartan y se apartan,
de la coquetería del satín sádico de silencio,
de la invención satánica y sin remedio,
de la derrota que fulgura en circuitos,
en dominio del soporte, no-otra, no de juicios,
en el sueño de la danza entre las sábanas,
en el sueño de su no-uno,
vuelto puro,
vuelto lenguaje, vuelto palabra.
Vuelto lenguaje en la exacerbación del signo,
de la marca que se marca y aparta, la marea,
que poseemos y del infierno traga uno
de la sangre que se hace,
se digiere pero antes se ingiere
en la marea que señala el apartarse
de las miradas en la posesión de uno,
del uno que se sangra, y sangra sus labios en la marca
del otro, para el otro que danza en ignorancia.
La marca que lo posee, lo posiciona, lo danza,
para el otro que también es uno
cuando el satín se torna impuro
y sangra su lágrima de sangre, que impera,
que se pecha al uno, lo impecha en otro,
y se sangra en el beso del uno
cuando son dos y son mirada en y del despecho
que aparta el mundo, que vuela la danza,
que vuelve ninguno.
De la marca que se sangra y desangra
en uno, de la marca que se flora en ninguno,
donde el mar no es mar
ni la costa es costa,
donde el cielo no es cielo
ni el mar es danza.
Donde la noche es aurora,
donde el día es aurora,
donde mi nombre lo escribiste en la playa,
donde de mi sangre cree montañas,
donde terrificaste mis pretensiones,
donde marcaste la tierra a tus anchas,
donde el satín fue mi derrota,
donde mi derrota fue tu ansia,
donde de un beso nació la aurora,
donde la aurora me marcas,
donde la marca fue mundo,
nuestro mundo, nuestro mundo,
nuestro único e infinito mundo
es nuestra danza.
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