Silencios las voces
del martillo y la lanza,
de los rostros que se engastan
para susurrar deseos
una y otra vez repetidos,
esenciados del vacío
en un silencio que olvidó
sus propios huecos
rellenos de frutas y mil colores,
donde el pueblo hace fiesta
por lo nunca sabido
y nunca puesto en alianza,
en juego de apuesta con himno
de susurro, soledad
y alabanza.
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