Me gusta ser cascada,
palabra que se abisma
de sus propias ropas desgastadas,
de las leyes impúdicas
que racionan la palabra a su tacto,
del contacto de la piel y de la nada.
De su vanidad.
Cascada que espeja su voz,
de la voz que desviste sus abismos,
buscando el frutarse de las cosas,
tus labios y no sonrisa fingida
que llama en llamas,
celosa de sus propias sombras,
de sus propias rutas,
de sus propios goznes
y relinches de seda.
Me gusta ser cascada.
Lloras tu propio llanto,
ResponderEliminarmuerdes tu propio labio mordido,
pasas y vuelves a pasar por el mismo sitio...
recuerda una roca...
en una costa...
nunca dejó de esperar aquella quien la posa...