El sol me ciega
Sabia y abundante,
Un manantial de fuego le nutre.
Y es tal el sol que albura el cielo.
Ninguna de las certezas existe.
Me veo
Y me entorpezco a la ciega razón
Que pasa todos los decursos del acero,
Que ya nadie llama,
Y que ya en verdad desde la palabra se derrite.
Hay un hermano a través del cielo,
Hay un idioma en el calce de todas nuestras miras,
Hay un canto.
Y es menester destramar los encantos Y hacer que todas las formas en colores Nos rehuyan Y pasen el rato en mirarnos Al tiempo el calor Y la ocasión de la mentira debida al cuerpo.
No señor, la palabra
No se habla o se convive.
Volved a lo siniestro,
A la oclusión de voces,
No es nuestro,
Allí es donde todo comienza de nuevo,
Azul del Cielo.
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