Vi la sangre de los dragones alados hablar,
Hablaron guerra, muerte,
Seducción y penetraciones deicidas,
Cantando hastío, hablando nada,
Soñando versos infinitos
Dedicados sórdidamente a nuestros propios penes erectos.
Dime Señor, tú que callas,
¿Es más cálida la refractancia del coño
O el ano de un converso para suscitar
Tu dorada palabra entre los versos?
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