No era yo tu sombra
Ni lo que sueñas al despertar,
Era la muerte divina
Soplando su viento mortal.
Fuimos el engarce entre roca y roca,
Éramos la fusión molecular.
Éramos el aliento infinito del tiempo.
Soplando su muerte mortal
Ay! El Dios vivo!
Nos atrevemos a cantar.
hay que atreverse a cantar contra la muerte en ese aliento infinito que nos nombra, en lo que fue, en lo que era y ahora...
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