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domingo, 2 de junio de 2013

Edipo para Tebas | Caída - Nudelman y Zikvil

The Hydra
The Hydra (Photo credit: Wikipedia)

El semblante de leña muerta era particularmente odioso. La carrera jadeante 
de dos enamorados al azar de los grandes caminos se volvía de golpe una distracción suficiente para permitir 
que el drama se desarrollara, de nuevo, a cielo abierto: René Char, Artina




Zikvil.- Pasión, pasión ladrones,
Prisión y resguardo, ¡pronto!
Requerimos de ti hombre,
Nuestro señor muere asesinado
Y su carruaje se ha despeñado al desfiladero.


Nudelman.- Pronto, traigan corceles,
Gran soga, que el rey de Tebas,
el gran Layo, 
yace muerto por tres espadas desangrado


Esfinge.- Perros ruines,
Perros infelices Edipo, son mentirosos ruines.


Edipo.- ¿Quién es Layo y qué ha pasado?
¿Muere o ha muerto desangrado?
¿Dónde está su carro?


Zikvil.- Layo, rey de Tebas joven hermano,
padre, amigo, hermano,
Yace al suelo del barranco desangrado en artera traición.


Esfinge.- Pasado, Edipo a la altura ya viste. Todo es falso.
No la caída.

Nudelman.- Mira, 
nuestras armas, Zikvil tienen la sangre de nuestros hermanos.


Esfinge.- Mentirosos ruines Edipo, no me abandones.


Zikvil.- Mira,
nuestras pieles, sus aceros, 
puedes ver la carne y el hueso de esos ladrones;
robaron al viento. Nosotros el trago.


Nudelman.- Nuestras heridas no son graves, mas Layo,
Layo, pronto vamos, 
que ha sido traición vil y artera.



Esfinge.- La traición se ciñe de su rostro, el hombre miente,
Ama demasiado.


Zikvil.- Sus guardias joven hermano,
sus guardias nuestros hermanos nos han traicionado.


Nudelman.- Él es,
una hora hace, por el Bosque dábamos vueltas.


Zikvil.- Y un avispero señor, un avispero espantó a los caballos.


Nudelman.- Él hace, 
buscábamos el asiento del templo al Dios Apolo,
Y esa fue la señal.


Zikvil.- Una colina, Terror de alto.


Nudelman.- Sus saetas nos atacaron,
Y negra nube fue quien se interpuso a sus ojos en los labios.

Zikvil.- Gritaron el nombre de Atena, nuestros hermanos,
Por Apolo que intentamos defender Nudelman y yo a nuestro Layo,
Ay Nudelman, ¿miento?
Más una sola espada, atravesando carruaje y pecho,
Lo ha matado.


Nudelman.- Fue terrible.


Zikvil.- Y la noche cierne hoy su rostro.


Nudelman.- Peleamos, no podríamos dejar impune osado acto.


Zikvil.- Han muerto los asesinos.


Nudelman.- Los asesinos han muerto.


Zikvil.- Más los corceles corrieron asustados.


Nudelman.- Señor, ven y mira por nosotros horrible espectáculo.


Zikvil.- Que entrar a la ciudad de Tebas es ahora nuestro mayor peligro.

Nudelman.- Joven amigo, sé nuestro testigo, acompáñanos. 


Esfinge.- Tú, que conoces al Bosque,
sabes por el Árbol que estos hombres mienten.
No vayas, no me abandones,
Apolo no consentiría jamás horribles crueldades.

[
Edipo recoge soga, leños y maderos,
ciñe la espada de Zikvil, se enfilan a Tebas
]


Edipo.- ¿Y qué pretendían de usted, señora? Soy ahora el guardián de estos Bosques.


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Edipo para Tebas | Silencio de canto al llanto

Edipo para Tebas | La Nave, Evento y el Curso










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sábado, 1 de junio de 2013

Edipo para Tebas | Silencio de canto al llanto


[Al silencio del coloquio del Árbol y el Avispero Edipo ingresa a la Escena quebrantando ramas y removiendo follaje con los pies cual un niño] [Desciende Esfinge]



Esfinge.- ¡Mírate! De paz despacio y secreto,
enlutado, entonado de viento por las ramas,
todo te es nuevo y sólido va allá, tu canto;
Aten tus pasos, la hora te convoca;

Dime tú forastero, ¿eres el hombre?

Edipo.- Lo soy.


Esfinge.- ¡Pero que apenas eres un mozo!


Edipo.- Resguardando el Bosque mi señora


Esfinge.- ¿Y de quién te atienes el Bosque?


Edipo.- El Bosque señora, tan sólo al canto.


Esfinge.- ¿Al canto hablas? ¿Eres el hombre o también eres poeta?


Edipo.- Lo somos.


Esfinge.- Ay tercos ayes que te difieres mozo.
Veo tu rostro y ya la desgracia sobre ti se cierne…


Edipo.- …Serán sólo vuestras intenciones…


Esfinge.- Adelante yace tu padre, lo han asesinado.


Edipo.- ¿De qué hablas mi señora? Soy un guardia del bosque
Y vengo de las llamas de Corintio, antes fui pastor y conocí en mi infancia estos bosques.
Escuché que ahora Tebas es acedia de la terca Atenea,
y ya las llamas sulfuran mi deseo. He de preservar estos Bosques del aliento y el pasto.


Esfinge.- Atenas ha reclamado tu sangre
Y a ti la misma diosa te enviste de guerrero 


Edipo.- Señora, le reitero, sólo soy un guardabosques. 
Permítame el paso, he de subir el pico de ese cerro.


Esfinge.- Resguardas el canto.


Edipo.- Resguardo mi patria señora, tan sólo mis recuerdos.


Esfinge.- ¿Dónde estuviste todo este tiempo querido Edipo?


Edipo.- ¿Quién os ha dado mi nombre?


Esfinge.- Príncipe de Corintio, espada tebana,
el bosque te conoce
Y horas hace que clama tu arribo.

Los árboles confían en que no te preste reparos,
Más el Dios ha tirado su saeta sobre tu padre,
Y en consuno con la Diosa han sellado los pasos de destino.


Edipo.- Eso no dijo el Oráculo


Esfinge.- Ah querido Edipo, amor de mis ansias,
Fuiste a Delfos. Los Oráculos mienten demasiado,
¿Qué te dijo?

Edipo.- Dijo que cantara a las horas el rededor del Bosque.


Edipo.- Que guardara sus hojas a las reservas del trigo,
Me habló de las semillas, de la sangre que por pan
en vino aprestan. Habló de las canteras.


Esfinge.- Adelante yace la Vid y a sus ojos tus ojos son del corazón el Templo,
Tu patria te reclama.


Edipo.- No tengo ya negocios pendientes en Corintio


Esfinge.- Pero decías que las llamas te convocan. 
Al pico que comandas se divisan ambas comarcas. 


Edipo.- A resguardar estos Bosques señora,
he de subir al pico para programar mis observaciones y recorridos.


Esfinge.- ¿Y qué buscas entre hojas y llamas?


Edipo.- El canto.


Esfinge.- Abismo ¿eres hombre o poeta?


Edipo.- ¿Qué es el hombre?


Esfinge.- Oh, y también haces preguntas, no hay verdad si nada está escrito.


Edipo.- En camino voy, habrá tiempo para las letras.


Esfinge.- ¿Y dónde inscribirás hoy las voces que te circundan Edipo?


Edipo.- Tenemos suficientes leños, 
he traído conmigo las instrucciones para la roca.


Esfinge.- ¡Ay tus intenciones!
Aceros llamas, ¿a qué tu compasión por el pueblo?


Edipo.- Mi única gente son los árboles del Bosque señora,
Así lo quiere Apolo y aquí me tienes.

[un grito, fragor de la batalla, los aceros truenan en voces]


Esfinge.- ¡Edipo escucha! Los soldados ahora mismo asesinan el horror de tu resguardo.


Edipo.- Todos estos Bosques tienen señor, nada es sin la voluntad del Altísimo.


Esfinge.- Eres tú quien tiene ahora que resguardar sus tablas.


Edipo.- Necia oscuridad, no son esas las instrucciones de la llama en Delfos.


Esfinge.- ¿Cuál de mis horribles hermanas te fungió de Pythia?

[Desangrándose entran en escena dos soldados, son la guardia de Layo]

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