Pequeño diocesillo de la tierna humedad,
el pasto no participa de tus nombres
ni los grillos de tus cantos de piedra y noche,
Pero la tierra, sabe de tu grave andar,
dime:
¿Cuándo estarás maduro para regalar
la palabra que empeñaste al geranio
de los tiempos en la alborada
de tus pasos y piedad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario