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jueves, 28 de octubre de 2010

III

Condimenta con ignorancia
para que Ninguno se arroje al ruedo de la Verdad.
Sí, rechaza lo que fácil de rechazar,
para que Ninguno se transvalore virtud.
Muestra lo cotidiano,
para que sus labios se humedezcan.
El tonto insiste de modo que
moja sus labios,
descarga el vientre,
fortalece la renuncia
y debilita lo ideal.
Así consigue que Nadie tenga ignorancia
y recelo,
para que los más lentos
busquen la Verdad.
Quien diga que silencio es el origen del lenguaje
expande el ámbito de lo posible.

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