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viernes, 22 de octubre de 2010

Infancia

a Juan en su titulación, hermano

I

Blanco, un abismo de palabras.
Todas muertas,
todas en sangre de su color puro,
retorno a nada, vueltas plenitud de sentido,
giros de ceniza quemada en entrega de nada,
vastedad de color blanco,
puro, sin fuego, sinsentido.

Un punto, entonces un punto en medio de la nada,
sólo, ausente, sin sentido-olvido,
dotado de plenitud en su soledad distante,
aparente, inexistente.

El punto es,
recuerdo uno seguido por la aparición de puntos incesantes,
infinitos,
no-equidistantes,
no hay proporción de sus siluetas,
puntos,
sólo puntos, todos ellos impregnando al vacío blanco con sus lentes.

El sentido aparece determinando su silueta,
proporción y medida,
configuración de proyecciones que vuelven cada punto
en determinación de su trayectoria particular,
singular, finito,
sinsentido, en punto,
pero en plenitud de su nada en dirección indeterminada,
al pensarse el final, a sí mismo,
al infinito [penetrar el sonido].

Cada línea atraviesa la vastedad,
de siluetas geométricas se forma un cosmos,
una proporción, una profundidad
y un espacio,
que recién preserva la visión total de lo existente.

Yo antes blanco y antes era punto,
el tiempo indeterminado y en aparecer inexistentes.
Yo era punto blanco en el juego de lentes,
ahora soy línea, antes fui punto negro
y recién me desplazo en el penetrar vacíos blancos,
ahora mundo de mi propio impulso,
en comunión con las líneas infinitas que me pasan por debajo, por arriba.
¡Las dimensiones y la dirección del sentido!
¡Los nombres! Blanco, negro,
es una gran danza de líneas en tiempo,
en proyectil al abismo.
[Punto-punto  la profecía el propio presente
en vuelta de cruces de caminos]

El tiempo es la gran danza de líneas,
inaparente, lo que lleva del punto al vacío,
de la línea a su destino,
inapetentes de su destino cuando el espacio era vasto y no iniciaba la marcha,
en centro de plenitud de auroras transparentes,
sin silencio, sin sonido;
con voz, ahora en sueño de sí mismo.

Fuimos recorrido al vacío.

Hasta aquí el primer vistazo de un sueño inaparente.


II

Comienza el sueño,
Del blanco se pasa al punto,
del punto espacio sinsentido,
como ausencia de determinaciones que alteridad del punto
es el punto de sí mismo perdido en el no-color del abismo.

La línea funge como deseo,
equivocidad del tiro,
que proyecta su silueta en la transposición del cielo invertido.
El movimiento emerge en aparecer de apetencias:
contornos de lo creado emerge en transposición de todas ellas.

Me impulso, me arrastro, me dejo arrastrar en este mar del mito,
No sé, sólo punto, en línea que se penetra al vacío.

Ahí.
Un signo de luz rompe el tiempo,
lo que fue blanco,
sangra,
delineado en puntos proyectados
sangra en silueta única,
nunca vista y no proyectada,
punto rojo que sangra en recta.

Línea que atraviesa el campo, también,
y se encuentra al fondo con otra de ellas,
las negras,
que ahora desaparecen,
en contacto frontal,
desaparecen, instauran la puridad del espacio,
no más blanco en línea negra.
no más negro en fuego del rojo,
no más línea roja al despertar éstas a su rostro.

Puntos y nuevas estrellas,
Colisiones, azoran
todas las direcciones en que la conciencia atraviesa
la geometría total de ellas.
Nuevas líneas, rojas emergen y se confrontan con las viejas,
no hay salida.
Debe haber también una que sea mi opuesta.

Terror de la aniquilación,
de la supresión de las dimensiones blancas
en su travesía recta,
que se entrecruzaron y fueron dibujar siluetas,
donde del roce nacieron las palabras,
donde el espacio conoció su principio,
su silueta, su sonido,
su palabra blanca transpuesta en signo,
donde del blanco se pasó a la poesía.

Penetro el espacio blanco, del terror,
cavo en la profundidad no explorada,
un agujero se pliega en mí, punto,
un sol negro abre su piel, punto,
en superficie subterránea al vacío,
[¿Mi caverna?] punto.

Sin puntos, espacio determinado en lo oscuro,
Sin siluetas sin sonido,
Sin sonido sin poesía.
Negro, sólo negro, punto.

Silencio. Punto.

Estoy seguro.


III

Al fondo emerge de mí una silueta,
un punto, rojo que llama la muerte del sueño.
Punto rojo que se espera en el otro extremo del sueño,
al otro extremo de la muerte.

La poesía era movimiento,
habito el silencio del signo muerto,
lugar que guarda la silueta de mi movimiento,
de mi instante.

Punto rojo me confronta, me aterra,
No sé nada del otro punto, el no que me aterra.
[La silueta, fuga de sí:]

Emprendo la fuga a la nada derecha.
Me conformo con alcanzar el vacío antes de completar la vida.
Giro en la eternidad del vacío oscuro.
Al llegar al otro extremo de todo, nada,
el punto rojo aún me espera.

Emprendo la fuga a la nada de arriba.
Escalo los abismo de lo negro
para no salir de la noche eterna.
Llego a la cima del abismo, nada,
el punto rojo aún me espera.

Emprendo la fuga a la nada izquierda.
Atravieso vastedades sinsentido,
en espera de la nada, no otra antorcha, no otro sonido.
Llego al confín del vacío, nada,
el punto rojo aún me espera.

Emprendo la fuga del vacío,
Me precipito en el recuerdo de mis fugas,
recuerdo al punto rojo fugando en dirección opuesta a la mía,
nada,
el punto rojo huye de nada.

No más caminos que recorrer,
nos encontramos al otro lado del abismo:
Su rostro, el mío.
Termina el sueño,
ahí, comienza la “vida”.

Escuchar el silencio es otro vacío.

1 comentario:

  1. versos heridos de silencio, sin embargo tocás los puntos donde el tiempo se hace línea, abismo pensamiento,creo que somos "punto rojo" en un vaivén de abismos, "blanco" de la palabra plena... no hay vacío que complete la vida.Poema de embriaga-dos que va y viene entre direcciones opuestas y vacío.Brindo con vos por la poesía!!

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