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viernes, 4 de febrero de 2011

Filósofos y Escritura (II)

La conciencia de este objeto bajo el principio de la escritura


EN VANO pintas corazones en la ventana:

abajo el duque del silencio

alista soldados en el patio del castillo.

En el árbol iza su pendón — una hoja azulándose cuando cae el

otoño,

reparte la brizna de la melancolía y las flores del tiempo entre el

ejército;

con pájaros en el pelo avanza a sumergir las espadas.

En vano pintas corazones en la ventana; un Dios está entre las

tropas,

envuelto en la capa que antaño cayó de tus hombros, de noche, hacia

la escala,

antaño, cuando ardía el palacio, cuando hablaste como los hombres:

amada...

El no conoce la capa y no llama a la estrella y sigue a la hoja que

oscila adelante.

"Oh brizna", cree escuchar, "oh flor del tiempo".

Paul Celan


Remontemos la cuestión de la objetividad de la cosa e intentemos refincar nuestra comprensión del ámbito de la experiencia de la escritura. Quiero decir, llevemos ésta desde el quantum[BP1] de la certeza sensible que se halla en el presentarse de lo escrito a un instante anterior al momento en que puede ser percibido, momento anterior en que lo escrito puede ser reflexionado por el lector.

Llevemos esta meditación desde el presentarse de la escritura hasta el ser presente mismo de lo escrito de tal quantum. Obviemos la cuestión propiamente de la graficidad de tal momento, antes, lo requerido nos obliga a olvidar la pregunta por la objetividad en el examen, paso inmediato desde la cosa en sí a la cosa para sí del examen.

Antes de saber qué es esa cosa en sí misma, la escritura, necesitamos suspender nuestras nociones sobre ella para preguntar cómo y desde cuándo, dónde y para qué[BP2] se presenta eso que ya se presenta en tanto “qué”.

Claro, al hacer esto estamos dejando el hueco de la presencialidad de lo objetivo, pero es al contemplar el resultado de lo siguiente que podremos volver sobre nuestros pasos y verificar que lo andado por sobre la cuestión de la objetividad halla sido dado por instancias propicias (propias).

En ello, nuestro principal problema es la obligación en nuestra formación a dudar de lo trascendente de un término como conciencia, pues ya el haber referido la conciencia bajo la determinante “término” y no así bajo el signo “concepto” o “palabra,” nos debe brindar la primera indicación sobre los pasos que hemos de seguir.

(Instancias)

Término señala el fin, una meta que sin embargo aún no podemos saber si es final en tanto meta alcanzada, o si, por el contrario, es meta aún por llegar. un lugar para el que todavía requerimos esforzarnos o un lugar desde el cual podemos situarnos para contemplar lo “real”. (No podemos siquiera discernir-escribir “meta a la que se está aún por llegar” en lugar de “meta aún por llegar” pues que tampoco el para quién de la meta, al haber suspendido también la graficidad de dicha instancia, puede ser algo que de suyo podamos lícitamente suponer. Si intentáramos llevar nuestra indagación al instante mismo de la aparición de la escritura y colocáramos dicho instante bajo el amparo del grafismo, cualquier cosa que signifique “conciencia” sería algo que siquiera podría comparecer bajo la determinación del término.

Así, en la pregunta por el ser de la escritura, hemos de remontarnos a un límite ulterior a las determinantes de la conciencia misma. Descartamos cualquier intento apriorístico de definir o siquiera comprender la conciencia o cualquiera de sus signos de comparecencia.

Esto nos obliga a tomar al “sujeto” no como un supuesto sino como la pregunta del para quién y en dónde, cuándo y cómo se presenta la escritura. Recordemos que en el ejemplo de Hegel, escribe la verdad “el ahora es la noche” y dice con ello que una verdad no pierde nada con ser escrita, como tampoco pierde con ser conservada. Nosotros hemos preguntado si una verdad gana algo con ser escrita, o si acaso, gana algo con ser conservada, pues también no debemos olvidar que aún no sabemos bajo qué criterio Hegel puede distinguir al interior de la cosa escrita el régimen de utilidad respecto a su ser en sí, cómo puede separar la función conservación de la operatividad del despliegue y la disposición técnico-figurativa de la escritura.

Pero entonces aquí hemos de recordar que si bien Hegel nos da las dos indicacione, inmediatamente después escribe “si ahora, este mediodía revisamos esta verdad escrita, no tendremos más remedio que decir que dicha verdad ha quedado ya vacía.”

¿Qué significa decir esto? ¿Cómo una verdad al ser escrita puede quedar vacía y aún así no alterar la esencia de dicha verdad? ¿Cómo no-cesa de decir lo dicho aún en su vació? ¿El vació es en si mismo algo que de suyo posee la escritura, o, por el contrario, éste es un efecto del tiempo-espacio por sobre el ámbito de certeza referencial que implica la escritura de un filósofo?

Si un historiador tomara la escritura y quisiera comprender y comprobar la verdad de dicha inscripción no habría más que una oportunidad: remontarse al agente productor de la misma al tiempo que dicha operación requiere intentar reconstruir el régimen de producción de tal escritura para poder verificar la correspondencia entre lo escrito y los parámetros propios de la inscripción misma. A tal caso y por principio, el historiador tendría que comprender que la escritura “el ahora es la noche” es algo que fue escrito por Hegel. Pero, a tal caso, la primera determinación del régimen de producción nos tendría que señalar que tal escritura no fue escrita en castellano, fue escrita en alemán.

Esto conlleva la necesidad tácita de que el historiador sepa qué es un idioma independientemente de que sepa o no alemán. Además, al saber del idioma, también tendrá que saber de la traducción que se encuentra mediando, y, con ello, saber de la totalidad de los procesos técnicos-críticos de edición que ya transportan la totalidad de los eventos desde la apertura quántica donde Hegel apuró su pluma sobre el papel en la primera década del siglo XIX para escribir la Fenomenología del espíritu hasta otro donde se incide sobre la misma apertura, lugar-espacio en que alguien de la primera década del siglo XXI pueda leerlo en otra lengua.

Pero hemos de podernos percatar que en tal operación historiográfica ya ha operado una suspensión aún por determinar, suspensión que ha llevado a distinguir pensamiento de lenguaje, al tiempo que ha devenido esta misma suspensión en colocar un acento que distingue entre el eso pensado por Hegel y el esto trans-escrito que el historiador puede leer en su traducción hecha por Wenceslao Roces a mediados del siglo XX.

Con esto resulta que al verificar la proposición de Hegel, que una verdad no pierde nada con ser escrita, hemos desfondado de suyo tal verdad, pues la traducción y el resto de los procesos nos entregan algo que ya no es la verdad de Hegel. Por ello ahora, si esto resulta ser justo lo que nosotros hemos estado realizando hasta este momento, resulta luego, en tal orden de ideas, que en tanto no estudiemos a Hegel directamente en alemán, ninguna de nuestras interpretaciones tendrá el más mínimo de validez o credibilidad o certeza.

Sin embargo esto aún tiene que pasar por el absurdo de que lo anterior, aquello de lo que hemos estamos hablando, “el ahora es la noche”, no haya sido algo escrito por Hegel, sino que fuera simplemente un ejemplo que nos hace una referencia, un mero punto comparativo.

Con el punto por mediación en la apertura, se nos permitiría contemplar el ser de la verdad en el impulso inicial de su evento, impulso a su vez impreso desde la instancia-proposición de que una verdad no pierde nada con ser escrita, aún cuando después tal instancia al retornar a ella desde el instante de su lectura, descubriéramos que ésta ha quedado vacía.

Pero a todo esto, ¿siquiera sabemos qué significa vació?

[Experiencia de la objetividad[BP3] ]

Antes dijimos que la pregunta por el ello que entra en juego en la certeza sensible encuentra en el problema del aquí y el ahora la forma inmediata y carente de concreciones o realidades en que la presencia del esto (lo cierto de la certeza sensible) se presenta al ahí de la certeza en tanto que su verdad de halla ahora escrita à Esto es la marca à cfr. Aristóteles y la Retórica

La cuádruple pregunta del para quién, el cuándo, el cómo y el dónde de la presencia del esto de la certeza sensible requiere también obviar cualquier consideración historiograficista y permitirse atender lo que el ámbito de la escritura misma refiere.

Nuestra atención requiere dirigirse a la primera determinación de ella, en un límite anterior a todo proceso técnico, su esencia misma en tanto esencia de la técnica escrita, lo que asoma y abarca desde la primer apertura de experiencia, pues, ya de suyo, tal determinación conlleva la relación del para sí donde la escritura, como primer procedimiento técnico de tal determinante total de mediación entre Hegel y yo, implica que en esencia la escritura de suyo no altera la esencia de la verdad al literarse o transliterarse al instante técnico de la escritura, y que el acaecer de tal esencia sea incluso, la litaralización o transliteración, cualquier instante al interior de la totalidad mediatizadora entre Hegel, el escritor, y yo, su lector. [BP4] (Instante incesante, incidente y re-incidente, generador de su abismo al momento de sí en la fundación del evento, ahí, donde cae el signo y la estrella puede estrellarse en signo)

Esto implica que si la verdad misma no se altera es esto es porque si la esencia de la técnica no es una cosa técnica, la escritura de la verdad no altera –escritura y conservación – esa verdad, aún cuando después al volver a leer la inscripción de esa verdad, al ahora de esa verdad, com[a, de, para, por, si, según y quién] parezca en sí transvalorado desde el ahora hasta el ahora ya no. (El puro devenir. Apertura caótica del signo en su asignación.)

Ahora si esta transvaloración en Hegel aparece como el vaciamiento de la escritura, lo que se vacía es el contenido de dicha forma y nos quedamos con la forma pura. Pero eso no es lo que importa, lo importante es justo que la esencia no es contenido, ni forma. Que siquiera el contenido es ente, es el ser. Pero entonces ¿hemos de entender aquí, inmediatamente, que en Hegel ser es igual a entidad del ente, cuando resulta entonces que la entidad no es un ente? (Pero ¿por qué? ¿Y cómo lo puedes saber tú para escribirlo, de dónde lo estás sacando?)) Pero con esto y nada más por ejemplo ¿podemos estar seguros de que sabemos ahora qué son forma y contenido una vez contemplamos el problema del ser y la esencia? Hemos de prestar atención a una indicación.

Cierto que Hegel nos habla de un vaciamiento, en tal vacío es donde tenemos que comenzar a inquirir por el ámbito de la experiencia de tal presentarse, es decir, el ser-vacío de lo vacío. (La apertura del claro) Así, si lo cierto que posee el preguntar por el aquí y el ahora del presentarse de la certeza parte del instante que puede contemplar cómo el ser de la cosa es, al tiempo que tal ser cosa de la cosa funda el mismo espacio donde es la certeza sensible misma, resulta que tal instante es el único instante re-efectuado indeterminadamente en el eterno retorno de sí, comprensión, pues que también de esta primera relación, el instante de confluencia de la certeza sensible con el ser de la cosa, confluye hacia nosotros desde una relación objeto-objeto (¿cuáles?) que antes ya siempre habían sido fusionados en el ahí de la escritura.

Pero entonces, si dijimos que esta fusión sólo es al amparo de la escritura, también hemos de decir que la escritura sólo es al amparo de quién re-efectúa su sentido en tanto lectura. Por ello, la marca, al ya ser una re-efectuación de dicha fusión, se realiza como una trans-fusión de sentido que también encuentra en el instante técnico uno, único e inmutable, la originalidad misma de la escritura de la escritura, su cuándo, cómo y dónde.

Es decir, es la esencia “lingüística” de la escritura misma lo que ahora se puede atender en el vórtex temporal que separa al momento puntual “originario” de dicha escritura con el momento puntual “terminal” de la lectura del mismo, sea el momento posterior el mediodía señalado por Hegel o sea la totalidad de transferencias que median hasta el ahora en que lo leo.

Por ello, el instante de fusión (ahora) entre el ser de la cosa y la verdad de la certeza sensible que se juega en la escritura “el ahora es la noche”, de suyo, es la fusión de los ahoras donde es y está el ser de la cosa en su sí mismo, al tiempo que en simultaneidad también es la verdad de la certeza sensible. Lo que permite el engarce entre el espejo del reloj y el espejo de mi lectura, el tiempo del mundo ante el tiempo de la vida. Necesitaremos comprender el carácter institucional de dicha fusión.

Para determinar el instante original o primero de tal fusión, en tanto dijimos que tal objetividad de la escritura conlleva una doble objetivación –siendo una el colocarse en el ahí de la marca (punto) la totalidad de dos momentos, y siendo la otra el propio movimiento de la duplicación al momento de ser el esto de la cosa la verdad misma de apertura (apercepción) de la certeza sensible –, hemos de proseguir en la consideración de que sea lo que sea aquello pensado por el pensamiento bajo el amparo del lenguaje, sea éste oral o escrito, o incluso, transcendiendo las barreras históricas-idiomáticas, es, y, por tanto, no podemos encaminarnos hasta el problema del ser si antes no se llega a concebir que el ámbito de la experiencia ya sea de suyo in-determinado de antemano por la totalidad de transferencias y transfusiones técnicas que conservan intacta la identidad del ser de dicha cosa, ser de la verdad misma, la entidad de la escritura.

Con esto no decimos sino que el lenguaje de suyo es co-originario al ámbito de la experiencia, de hecho ya siempre siendo de suyo la base para tal proceso, la experiencialidad misma, al tiempo que decimos que el lenguaje mismo, independientemente a su régimen de producción y por su propia esencia es experiencia pura.

Así, si nuestra primera indicación respecto a la experiencia que la conciencia lleva a cabo sobre la fusión de objetividades señala justo que dicha marca escrita con el tiempo se vacía, hemos de contemplar si acaso la experiencia misma se puede vaciar.

Pero en tanto no sepamos qué es el contenido de la experiencia, ¿podemos saber cómo se encuentra constituido su vació? Tendríamos acaso que vaciar la experiencia para ver cómo se diluye el contenido en tanto que la forma de la experiencia permanece.

Pero entonces ¿cuáles son las formas de la experiencia en tanto que para contemplar el vacío de la escritura en la sucesión de ahoras del vaciamiento mismo, hemos de poseer ya una certeza que de suyo nos asegure la correcta aprensión de las formas puras del vacío? El alfabeto.

Ahora si la lectura es un momento co-originario de la verdad de la certeza sensible una vez ésta ha transitado por el carácter médium de la escritura, en esta misma operación de lectura se supone deben estar contenidas las formas puras del vació para que entonces la lectura pueda certificar, es decir, que más allá del vaciamiento del contenido de la verdad escrita, la esencia de la verdad permanece.

De manera que si la lectura interroga a la escritura bajo el parámetro del ahora que descubre el ahora-ya-no, el pensamiento de tal ahora debe reconocer la fusión de los diversos ahoras que configuran el instante de apropiación. Pero, para reconocer las formas puras del vacío, tal configuración debe comparecer en términos del ser-ahí de la forma que permite la figuración misma del instante de apropiación.[BP5] La letra es el acaecer del ser-ahí.

* * *

Al decir que el vaciamiento que implica leer en Hegel vaciamiento es por el carácter necesariamente retórico que ya siempre se implica al leer la adjudicación de identidad al ahora, es esto en tanto jerarquización inmediata de las diferencias que se ejecutan como nivelación de las jerarquías en la posición metafísica fundamental conservada de un pensador, una región o una época del ser, es decir, una interpretación.

De manera que las expresiones “ahora”, “ahora ya no” o “aún no ahora” (todavía no o al rato, etc, pero también las de aquí, allá, ahí, como también las expresiones Yo, tú, ese, éste, aquél, esto) implican todas ellas juicios de valor que sobredeterminan la temporalización del tiempo y la espacializacion del espacio. ¿O acaso cómo la letra puede advenir a la atención de quien piensa el escrito? Claro hay quienes inventan lenguas, ¿pero quién inventó la letra? Sí, las marcas de los canteros, ¿cómo se asocia una fonación a un signo específico? ¿Quién y cómo puede proponerse pensar de antemano todos los sonidos posibles de la voz para pensar todos los sonidos posibles y sus posibles configuraciones? ¿Quién puede al estrellarse la estrella contemplar tal evento sin sorpresa, sabiendo de antemano que cada luz es transportada en su propio instante abarcando en un lapso que es él mismo su propia dimensión?

¿Qué es la escritura que de pronto puede escribirse algo como esto?

En realidad el tiempo y el espacio nunca pueden separarse, aún cuando en la escritura aparezcan separados.

(No sabemos qué es tal realidad, pues tal abstracción es simplemente el recorte de la silueta del esto. Nuestra búsqueda por el contenido, lo que aparece sombreado en nuestra visión del mundo termina por encallar al creer que la visión del mundo ya es o puede ser sinónimo de ontología. O que ontología es o puede ser sinónimo de pensamiento del ser)

* * *

Apuntes de Heidegger sobre el concepto de experiencia de Hegel.

“La presentación es el rasgo fundamental del saber en el sentido de la autoconciencia del sujeto.”

“La autocerteza, en tanto que saberse condicionado en sí, esto es, incondicionado, es la entidad (ousía) del sujeto.”

“El ser sujeto del sujeto, es decir la relación sujeto-objeto es la subjetividad del sujeto”

“La subjetividad consiste en el saberse incondicionado.”

Todo esto página 103.

“…la ciencia debe presentarse ante el único foro capaz de dirimir en qué consiste su examen. Este foro sólo puede ser la parusía de lo absoluto.” P. 107

“la absolutez de lo absoluto, la absolución que se absuelve absolventemente, es el trabajo del comprenderse de la autocerteza incondicionada.” P. 107

“La preocupación crítica no está en modo alguno metida en el asunto del que habla constantemente.” P. 108

“Hegel utiliza los nombres ‘conciencia’ y ‘saber’ para lo mismo. Ambos se explican mutuamente. Conciencia –es decir, ser-consciente – significa estar en estado de saber.” P. 112

“‘Concepto’ significa ahora el manifestarse de la conciencia en su verdad” p.123

“La conciencia se encuentra a sí misma en su concepto.” 123

* * *

La conciencia, instancia que lleva lo subjetivo al núcleo mismo de la objetividad fusionada, sólo puede llegar a la conclusión de que lo escrito ya no expresa al ahora, sino que lo escrito ahora refiere a un ahora-ya-no, un antes que recién ahora se revela como pasado, como tránsito del tiempo, como temporalidad. Pero entonces, si la escritura implicaba la fusión y/o la re-efectuación de las objetividades, la lectura al hacer conciente, es decir, al saber que el ahora es ahora un ahora-ya-no, un antes pero ya no más, también lleva a cabo una fusión y una re-efectuación de fusiones anteriores que justo más allá de la disolución del ahora en una sucesión o pléyade de ahoras particulares, conserva la visión de absoluto, retornando desde un continuo devenir hacía el momento anterior de su propio acaecimiento. (La noción de totalidad que puede contemplar y llegarse a explicar la sucesión temporal a pesar de no poder ponerla por escrito, o siquiera, de poderla explicar mediante el uso del lenguaje oral en el claro de la conversación) “!Claro!” El puro sin-saber.

* * *

Prestemos atención a fondo, pues que si la lectura es ese movimiento mediante el cual la conciencia busca volver a la experiencia de la certeza sensible resulta que la lectura ya siempre es el principio mismo de la examinación.

Dicha examinación no se mueve ni se registra en el ámbito o al amparo de la contemplación, ya siempre puede surgir el examen al amparo de la marca escrita, marca que para no ser problemática en su propio marcar tendrá que ser co-originaria al mismo impulso de la lectura. No hay pruebas en lo real.

Es decir, con esto podríamos atribuir que el ponerse por escrito de la certeza sensible no altera el ser de la cosa de la certeza, pero que sí contribuye a que la propia verdad se muestre no sólo en su carácter esencial (trascendente), sino que al tiempo, también revele su carácter ejemplar en tanto devenir de la propia certeza

Pero entonces si la lectura es un movimento igual co-originario y co-determinante de lo ejemplar de la certeza sensible (más no así del ser de la cosa de la certeza sensible, es decir, su verdad) cuando que lo ejemplar de la certeza sensible se cifra en tanto devenir del propio carácter ejemplar del ser de la cosa, el ser de la cosa y lo ejemplar de ella sólo se diferencian al amparo de la institución metafísica que distingue al ser del devenir.

Resulta que estos son los principios lógicos.

¿Dónde están inscritas sus determinaciones, sus propiedades y el amparo que otorgan a quien sigue sus preceptos al tiempo que sus propiedades y el amparo mismo otorgado aseguran la verdad para el pensamiento, y, por tanto, la justa aprehensión de la cosa al conseguir la expresión lingüística, sea oral, sea escrita, que asegura y conlleva la correcta traslación del ser de la cosa al plano del discurso, y, de ahí, a la aprehensión de esto por parte de la conciencia en tanto saber?

Si la escritura-lectura fusiona los diversos instantes, hemos de contemplar entonces que al ser en el ser del saber el saber, la institución de los instantes, todo saber es saber del ahora, siendo el saber el ámbito mismo que permite la fusión y la re-efectuación de los ahoras en la determinación del ahora universal, un ahora que a pesar de ser universal no puede ser ajeno a lo temporal, pues que, de suyo, tal ahora universal de poder ser expresado, tendría que constituir el régimen mismo de constitución de lo temporal, es decir, la expresión del ahora universal tendría que ser al tiempo lo que es la certeza de toda ordenación cronológica.

Ahora, ¿qué significaría saber al ser en el ser del saber el saber del ser?

Saber al ser en el ser del saber el saber del ser suena al paso del dios.

El abismarse del abismo.


[BP1]En lugar de dato o verdad à ¿por qué?

[BP2]Los dioses, el hombre, la tierra, el mundo.

Podrías vincular el ensayo de Heidegger “La esencia de la técnica” con el Prometeo encadenado de Esquilo.

[BP3]Al intercalar esto y no dejarlo como un momento culminante de síntesis en el proceder metodológico de la propia fenomenología hegeliana, ¿qué estamos llevando a cabo?

[BP4]Pero esto implica que de suyo la esencia de la escritura sea lo autodeterminante para con cualquiera de las determinaciones del tránsito de la certeza sensible hacia la percepción, la reflexión y la autoconciencia.

[BP5]¿Matema o poema?

3 comentarios:

  1. Pintar corazones en la ventana, no debe ser tan "en vano", tal vez la vanidad de Dios sea perseguir briznas y flores creyendo que en ellas podrá escuchar al tiempo.
    Pienso en el còmo, el para què, el dónde,el para quièn/es y el ahora de la escritura, sus regímenes de producciones, sus condiciones de posibilidad y de exclusión, el poder y el saber engarzados hablando en el nombre de quièn... La verdad de la escritura es su momento de enunciación después se puede hacer la historia de ese momento, una reconstrucción, una demolición, un traición (traducción). Si bien es cierto que es un sistema diferido, (in absentia) del destinatario., en la lectura el mundo que se construye con los "pactos de lectura", puede crear un "efecto de verdad". En tanto toda escritura en algún tiempo fue vaciada de su literaturidad, y consagrada y concebida como palabra Santa, inspirada, re-velada (o rebelada)Ahora sólo se le exige vero-similitud. Un ejemplo claro de esto es el libro de los libros, traducido, escrito por varios autores (¿un autor?, apocrifado en algunos pasajes. Dime cuál es la objetividad en la escritura, cada uno percibe el mundo desde su sistema de experiencia y desde su ideología, construye su verdad, como un credo al que muchos adhieren o rechazan. El gruñido, la palabra, el pensamiento, la lectura del mundo (aùn sin letra)la técnica,la escritura. Son etapas evolutivas de la humanidad, todo es discurso para ordenar un universo estructural.El Matema fue una fórmula , puede ser la matriz fundante del sistema mítico. Un instrumento que a pesar de que pueda carecer de significado nos deja satisfechos respecto de lo comunicable o transmisible de lo comunic(h)able. Su soporte es la letra,en la que se delimita lo real/lo imaginario. entre esos abismos andará la percepción, buscando certezas en la re-flexión de la autoconciencia. El poema es una modalidad de ver y hacer el mundo, (sin sofistas) No sè si me pude explicar. Un beso

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  2. Siempre es mejor pensar en di-ferencialidades, gracias:
    "La verdad de la escritura es su momento de enunciación después se puede hacer la historia de ese momento, una reconstrucción, una demolición, un traición (traducción). "
    Pero es que la historia ya es, lo demás, lo que nombras "historia" siempre es historiografia. Ya el momento de la verdad de la escritura su enunciación salta el abismo del verbo, la historicidad ya siempre es canción del ser.
    Toda demolición, la traición es e incide predeterminando, adviniendo siempre sido en la enunciación misma. Para ello requerimos sortear la esencia de la técnica en el juego de su esenciarse como caída del sentido.
    "Si bien es cierto que es un sistema diferido, (in absentia) del destinatario., en la lectura el mundo que se construye con los "pactos de lectura", puede crear un "efecto de verdad"."
    Todo pacto incide ya en la co-institución del instante del signo. Toda di-ferencia, in-ferencia, re-ferencia, todo el ámbito ferencial es desde el advenir del signo que cae sobre el sentido.
    En tanto que nos hemos casado con Rousseau la dupla institucional de la comunidad-comunicación descansa sobre los primados técnicos de la "democracia", colocando a la "seguridad"- "protección" como valor esencial esenciante de la politicidad. El único origen de la comunidad-comunicación es deseo.
    No son pactos ni efectos de verdad, es se-ducción y factualización del evento en tanto claro o apertura de la verdad, aclararse del signo en el claro. Pero ese aclararse, instante fenomenológico del signo es a-geno al orden de la presencia. No es trascendental cuando que es transhistórico.
    "Dime cuál es la objetividad en la escritura, cada uno percibe el mundo desde su sistema de experiencia y desde su ideología, construye su verdad, como un credo al que muchos adhieren o rechazan. " -> Mundo.
    "El gruñido, la palabra, el pensamiento, la lectura del mundo (aùn sin letra)la técnica,la escritura. Son etapas evolutivas de la humanidad, todo es discurso para ordenar un universo estructural" en tanto la historicidad esté encerrada en el abismo de la escritura misma, sin podernos abismar en con-frontación al propio abismo, todo enfoque evolutivo cree pensar la temporalidad del tiempo pero solo piensa la crono-graficidad de nuestra percepción experiencial de Mundo. Hegel es la cuna de la historiografia evolucionista, Darwin su culminación.
    En el matema, como apuntas, se juega este valor-temporalidad. Pero hemos de remontar aun la graficidad de Todo signo para ver debajo el abismo.

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