[al señorío del Xibal-ba posan ahora las
estelas que trajo Kukulkán,
Cada estela fue
colocada en rededor de cada templo, por esquina,
A cada espacio del
silencio formando esquina
Un árbol,
Un árbol negro entre toda
la arquitectónica del Mayab]
[Así su rostro vuelto azul, ellos vuelven]
Señor
del Tres del Xibal-ba.-
Rosa del mayab,
Señor del
Cuatro.-
De la selva, suave orquídea,
Señor del Dos.-
Hija de la ceiba.
Señor del Cinco.-
Viniste aquí a nuestro lado Kukulkán, y trajiste a tu gente,
Señor del Tres.- Y trajeron sus estelas.
Señor
del Dos.-Y las plantaron de frente ante la gente.
-
Señor del
Uno.- Yace en ti la serpiente.
Señor del Seis.- Mis
hijos son tu cuerpo, allí en piedad dragones
Todos los muertos,
Quien calla y quien dice del rostro quien somos nosotros.
Kukulkán.- Señor,
pie del teocallí;
Mira sus ojos en ti Señor, la cantera hoy no arde,
Hoy no canta,
Y sus ojos aquí de mi lado te miran.
Señor, ¿son ellos gente del Mayab?
¿Son ellos, Chichén de los Itzaes Señor
también tu gente?
Señor del Seis.-En
las manos y en sus rostros veo a sus padres,
Las estelas que colocas contienen en azul el rostro de sus
padres,
Nuestros hermanos y también de nosotros dignos ancestros.
Kukulkán.-Señor,
¿son ellos también tu gente?
Señor del Seis.-En
las manos y en su rostro veo tu rostro, mujer.
Señor del Uno.-Son
tus hijos Kukulkán, ¿a qué los trajiste con nosotros?
Señor del Cuatro.-Por
violencia, los trajo por violencia a
nosotros.
Señor del Seis.-
¡Prendan las antorchas de los templo!
[las escalinatas del complejo muestran por docenas los
arqueros, todo se ciñe en rededor de kukulkán]
Kukulkán.-
¡Ventura! ¡Amor, amor, amor…!
Señor del Seis.- De
las flechas el viento
Kukulkán.- La
crónica señor del azul de todo portento.
Y vinieron por ti…
Allí el viento en corazón eterno la noche, clavel azul de tu
resguardo.
Y así vinieron los maestros, los canteros, a increpar el
sonido del viento al alular de su martillo el ciencel la piedra y el fuego,
Tejieron las mayas, quemaron la piedra,
Del polvo en el polvo tallaron la silueta,
Aquí Xibal-ba nuestro destino.
Estela Seis Señor del Dos
Sólo su rostro Señor, oscuridad del papel,
Ay, te pintaron:
Aves cantas,
Aves sueñas,
Aves vienes y contar,
Uno, dos, tres me adelanto,
encantas a tu sueño,
y otra vez apareces en la tarde azul,
a nombrar así el color
del cielo.
Tres veces muchacha tu cintura y tu cadera por mis manos,
Tres veces pasas la escalinata en fragor del tiempo.
Tres veces pasaste por la escalinata de este templo
como cualquiera que camina por su antiguo hogar.
Sin reconocerlo muchacha todo es nuevo, una extraña pertinencia. Lo sabemos,
Nos sabemos muchacha. Los amantes con su rostro eterno amantes la misma
tarde,
Diez mil aves vinieron en tu canto.
- Míranos.
Aquí
al cincel nuestras voces.
Diez mil aves cantaron tu nombre,
Sangre tibia, Piel de conejo,
Cantarán
entonces tu nombre las cornisas.
¿Eres tú quien tiene el color de la flor en su encanto?
Estela cuatro Señor del Uno
Piedra de la colmena, mírales cantar, Verde
azul tu tierra,
El viento y sus testigos:
El verso es
del existir e insistir en solides del curso la inscripción
es,
un dentro, un fuera,
toda la criba que fija en uno el útil
y los destempla,
la sucia devoción del instrumento
que fija del viento a tu Señor el
nombre un espejo,
tu invocación y el
dedazo de tiempo
que eres en rededor quien habla y quien cayó,
la Luna quien juras;
Futuros vuelven al paso.
Solo los poetas ante el silencio del Dios
Son,
honda lejanía quien
palabra apresta,
pasa y quien brilla lejanía,
refulge luego y sienta el paso de un pleno,
sonido aplastante que al claro todo lo mira
y lo resuelve en un reflejo azulado del sol.
Apunta breve, mata el resguardo,
Y todos los proyectos del tiempo y la nación
Del sonido del tiempo y todas las causas del silencio
El sur,
Verde calor en tarde bella tus ojos.
Lo miras, lo miras y sus rodillas te aplastan.
Una noche en compasión y la
eternidad es aplastante,
Sus ojos y la esencia de la libertad en el Valle le miran.
El tráfico comienza.
Estela tres señor del Tres del Xibal-Ba,
Piedra del rocío, campo del hambre y devoción
de tus hijos:
Amargo tu sueño Señor que
miras,
Miras el cielo y callas,
Callas al Cielo que
callas.
Lo miras.
Cual si las cuevas nos arrogaran
Pasa algo, pasa prisa,
Pasa alado en fuego clavel
tu corazón el futuro.
Las rosas, las rosas,
las rosas y la brisa.
Es sólo voluntad del fuego permanecer juntos.
Estela dos señor del Seis del Xibal-ba,
Tumba de la luna y palabra del sol,
El aullido
de la ceiba y la floresta,
Los ojos huracán del clavel,
Somos, entonces
soplamos.
Allí, de donde llegue el soplo, el sol,
Se yergue,
Somos el sol y tu muerte,
Señor,
Hijo del cielo, señor del viento,
Señor de la tierra.
“Todo nuestro amor te pertenece Kukulkán,
Vamos, abre las piernas,
Acaso
también la verdad se implora.”
Señor del Cinco.- Paz detrás, miseria,
El hambre y la pobreza del espíritu;
faltan dos estelas muchacha, una por calor en
tálamo cada templo.
Señor del Cuatro.- Viento de paz si sólido
lo envuelves,
Así de nosotros el sur quien viene detrás, ella viene y
traerá paz y hondonada por la brisa,
Despacha a tu gente, son también nuestra
gente,
Lleva contigo a Jaguar Blanco.
Señor del Seis.- Luego la mar, la
sangre y la violenta tempestad del huracán por la tarde,
Solo detrás de toda la destrucción toda tu sonrisa.
Vuelve.
Señor del Uno.- Vuelve,
allí todas las rocas con su nombre quien la envuelve;
Tállenlas, borren del tiempo toda su efigie.
Señor del Dos.- Así entonces de fuego
la verdad por quien todo es.