Y el silencio tus labios,
La temeridad que aguarda y se hunde en sangre,
Tu voz y el iris de tus ojos
Si te tengo
Y me dispones perdido al ente en tu carne,
Te retengo,
La silueta en temeridad que te habita inflamado de sangre ante tus ojos,
Entonces sueles volver,
Elevarme.
Y es el deseo de pervivir ante la sombra de tu aliento si tus nalgas me confrontan
Y me llevas a venir,
Después perderte,
Y después dormir
Acurrucado en tu pecho demente.
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