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jueves, 21 de septiembre de 2017

NADIE, TODOS SON EL LODO



Y de lo falso a los poetas el destino luce aterrado en la suciedad que la palabra comporta por desecho y oquedad demente proclamando el Monte con sagacidad allí donde solo resguardan opiniones, sagacidad de la impronta en los repositorios a la mente, que invitan el muro y descansar, después la caverna y saludar al Führer una vez transpuesto el Sol, gobernar ciudades, la muerte.

Es lo falso el anillo que proclama la carne, la tarde entre siluetas de devoción, el pestillo por augurio que engalana los dinteles de la mañana para el enriquecimiento del alma, la voz y el hambre de los hombres.

Hubo un dios que cantaba a los árboles, hablaba la danza y corría trás las doncellas através de los ríos, asolando los valles, demoliendo fortalezas, plantando el vino.

Veo a mis hermanos morir de contemplación, ciegos y arrogantes depositando las piedras en el camino, guardianes de una palabra que los desconoce. Hablan del poeta, su poesía, y solo convalidan la reefectuación del modelo que la antropología les impone por lo verdadero. Explican, no hay diálogo, luego obedecen, llevan la miseria de la carne para hacer miserables versos, el silencio de muerte proclamando la verdad y la razón entre los hombres.


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