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jueves, 13 de octubre de 2011

Entrevista con Antonin Artaud

Antonin ArtaudCover of Antonin Artaud


- Permítame citarlo:

Perdón por mi total libertad. Me niego a hacer diferencias entre cada minuto de mi mismo. No acepto el espíritu planeado. Es preciso acabar con el Espíritu como con la literatura.


- Quién soy yo? Una palabra.

- ¿El Espíritu Planeado?! ¿la Literatura!?
Son palabras mayores señor Antonin Artaud.

- Quiero decir que el Espíritu y la vida se encuentran en todos los grados.

- ¿Está diciendo Usted que ante el Espíritu y la Vida no existen jerarquías?

- No, estoy diciendo que el Espíritu y la vida son la disolución. Atienda, las cosas no tienen color, no tienen sexo. Pero su ordenación lógica a veces también está perdida por la falta, justamente, de aliento afectivo. No tiene usted deber porqué para hacer metafísica.

- Es que está usted asumiéndose como reivindicador de la lógica!

- No, está usted confundido mi amigo, déjeme disolvérselo.

Digamos que las palabras se pudren en el llamado inconsciente del cerebro. Las palabras, todas y no importa para qué operación mental, son las que pulsan los resortes del Espíritu; los resortes más activos son las palabras más corrientes. ¿Cómo? ¿Quién?

- Está usted haciendo juegos de lenguaje.

-          No mi amigo, yo soy poeta,  y esta es su "mente".

Si digo que el Espíritu y la vida son la disolución, no es porque entonces se proponga una reconstrucción de la lógica –una lingüística si usted prefiere –  para algo así como re-determinar, re-programar o re-formar el carácter y la relatividad de cada cosa con, digamos, cada color. No. Así como digo que el espíritu y la literatura han de ser concluidos, la lógica también ha de ser atendida.

Atienda, las cosas no tienen color, no tienen sexo. Pero su ordenación lógica a veces también está perdida por la falta, justamente, de aliento afectivo.

- Está usted hablando de la historia?


- Mire,

“Pero el vientre
No había sido despechado
Cuando totem
Aparecio en la historia
Para desalentar su entrada.”

Si usted prestara atención al curso de mis palabras,
sabría que mis palabras no las hablo yo. Si usted se percatara, sabría entonces que mientras yo hablo usted escucha su corazón. Su propio “miedo”. Es ahí donde Yo me pre-ocupo.
Mis labios dirá, se mueven solos. Sí, pero es que Yo estoy leyéndolo.
No se confunda entre su voz y su miedo. No se confunda entre mi voz y sus actos.

- Pero qué dice? Al atenderlo así, encuentro muchas fisuras cavernosas en cada paso que doy.

- Pero porqué cree los pasos los da usted!
Hasta el día que usted haya terminado con Dios, un paso que también yo he de darme, usted será. En realidad yo tampoco puedo estar siempre allí solo más o menos, eso es todo. En esta oportunidad al menos fue un obstáculo accidental.

      -  La cifra, lo cuantitativo?

-  Usted. Hablo de Usted. Estoy dando por concluida la entrevista. [...]

 Pero vaya, por favor no se ofenda. Usted es poeta y comprende.
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