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viernes, 3 de diciembre de 2010

Vida y poesía

De vivir la vida no existe el error, ¿pero quién acaso vive su vida?
De vivir la vida no existe el error pues lo vivido es lo que se vive en cada instante del ser-ahí.
Ser-ahí es ser el instante de cada instante vivido. La vida siempre es ser-ahí.
Sin embargo creemos en el error. Creemos en el miedo y en la desesperación. Creemos en el sueño y en la desilusión. Creemos en la esperanza y en el destino. Creemos en la traición y en la maldad. Creemos que hay cielos e infierno, creemos que existe la bondad.

¿Dónde comienza el error?

El error comienza en el lenguaje. ¿Por qué el lenguaje sólo puede vivir en el error?
¿Cuándo vendrá un lenguaje que diga sí al vacío, que no se engañe con abismos de su ilusión, que no sea espejo de su avaricia, que sea simplemente lengua viva, y que como vida no pueda vivir en el error?
¿Cómo es posible existan errores ortográficos?
¿Cómo es posible que siquiera se pueda pensar en términos así?
¿Cómo es que el error puede vivir en sí mismo?,
¿Cómo fue que encarnamos en palabra la posibilidad del ser-ahí?
¿Cómo fue que nos confundimos?,
¿cómo fue que con la escritura dejamos de vivir?

No hay sacrificios del señor,
si el lenguaje se encarna y el lenguaje muere,
siempre es por un asesino.
El asesino soy yo.

Pero resulta que si alguien escribió y alguien vivió,
cuando que ambos están muertos,
el que debe vivir los preceptos de dios
nunca fue uno de los dos. Ni tú, ni yo.

¿Qué pasó con Dios?

La primera conclusión es que no se puede no-querer.
Pues el querer es siempre la apertura al lenguaje, el empleo de él. Pero ¿quién emplea?, ¿a quién?, ¿para qué?, ¿para quién? ¿Cómo modifica estás condiciones la lecto-escrituración de nuestras vidas?

Ante la vida los budismos pretenden erradicar toda voluntad. Para esto disponen del om, pero om es arribar a la poesía, cuando que la poesía es habitar en el error.
De vivir la vida renunciar a la voluntad no es renunciar a la poesía, sino arribar a las costas de la frustración, la desidia, la agonía.
Lo re-querido es transvertir la voluntad en poesía. Que el lenguaje viva, aceptar que lo dicho tampoco puede vivir en el error. Que el error es sólo la ignoracia de toda lengua viva, la ignorancia de su propio designio, de su propia vocación. De su error de no ser viva, de creer vivir en el error.
La doctrina del amor fati enseña esto, pero aún con Nietzsche debemos transvertir la frustración. No es sólo la subversión de todos los valores, es antes la transversión de la valoración. Ahí es dónde inicia la pregunta por el sentido del ser, la pregunta por la esencia de la verdad, el sino de la historia y los destinos del fundador de la nación.

¿Para qué filósofos, para qué poetas?

Es en los tiempos de gran peligro en los que aparecen los filósofos –allí cuando la rueda gira cada vez más rápida –, ellos y el arte aparecen en lugar del mito que se diluye. Pero son enviados con mucha anticipación, porque la atención de los contemporáneos se vuelve hacia ellos sólo lentamente. Un pueblo que es conciente de sus peligros engendra al genio."

Friedrich Nietzsche

1 comentario:

  1. F.N:"Me recreo en la incertidumbre de tu horizonte"
    La idea más sutil es esa que se nos escapa en su emergencia, por eso la escritura trata de fijarla. Cuando los grandes surrealistas descubren el valor de la escritura automática (subsidiaria del monólogo interior) se asoman a su propio abismo, comienzan a escucharse. Esa voz en el desfiladero de la palabra adviene del encuentro con "genius", esa potencia invisible que nos impulsa a la escritura. Al decir de Agamben "ese encuentro es terrible" porque hay en él una tensión, un deseo que nos excede por todas partes, el pánico es entonces el lugar del "yo y genius". La poética, se acerca al arte oscuro de prestarle el cuerpo a la voz de un muerto. Son tiempos peligrosos quién puede acusar a los poetas por este terror:ser ahí donde se puede dejar de ser.

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