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martes, 19 de julio de 2011

Demolición de laberintos

Palabras que digo, yo, Chilam Balam
intérprete de Ku
Sus parrandas y desorden serán manifiestos
pero cuando termine;
diferente será lo que se manifieste a la juventud
en los jeroglíficos de la noche y  en los del día.


Ernesto Cardenal, Oráculos de Tikal

I

Como perdido entre antiguos pasos
Retorno a quien antes pensé,
sólo para aburrirlos una vez más en esto que no soy ello

Sangre de dragón

Mineralizada de larga conserva,
entre los intersticios moleculares
que permiten la filtración de tu fuego eterno
Tomé mis armas para oírte cantar,
hermano águila sol,
bailé junto a ti la danza más terrible
sólo para poderte redimir
entre los cantos de tu carne
y la sangre que tomé
para el cuerpo de la mía,
resguardada ahora
para siempre
entre la tierra de tus ocasos.

Las empuñaduras de la penca del maguey
fueron los cantos ancianos del norte,
los que sangran mi palabra
al cuerpo de tus antiguos pasos,
tus antiguos vuelos en dirección al sur.

Nos volvimos a matar. Recuerda,
que ya mis piernas ausentes te recuerdan,
recuerdan tu miedo a la serpiente en la piel.

¿Tanto le temes a tus propios hijos?


II

En una escala de algo que aún ignoramos, los destinos de una nación se entretejen mediante la confección elaborada por varios dispositivos (carácter transepocal de los símbolos). En la lógica del saber de nuestra era, el dispositivo que supuestamente engarza estos esquemas es la construcción historiográfica.

En la pregunta por la construcción historiográfica de un pueblo, la construcción historiográfica ¿qué posición ocupa respeto a la confección dispuesta como ser-ahí de la nación?

Esta pregunta posee dos dimensiones inquietantes de asignación inmediata. Desde la Nación, la historiografía se ha sometido al entorno del recorta y pega, para, después, volver a sucumbir en las marismas de la cuantificación técnica de la estadística.

Pero ahora, desde el pueblo, éste simplemente permanece anónimo de sí mismo, silenciado respecto su propio desear, ahogado al fondo del lago donde aún se escucha un antiguo lamento: vivir tanto y tantos recuerdos que no se pueden contar, que es mejor no sean contados: permanecen ajenos al texto, sin jamás sostenerse la palabra en las obras mejor intencionadas.


III

Fracción, fracciona
Rarefacción, (Nacionalidad, lengua, continente)

facción, fractancia

Estarás flotando entre dos palabras que nadie conoce,
Que nunca jamás fueron pronunciadas.
Qué nunca jamás dijeron tu nombre,
Que nunca jamás pudieron carnar tu marca.
Encarnar tu presencia,
Cantar tus diversas
alboradas

¿Qué dice la palabra presencia?


III

No temas, aquí estoy.
Facturas y fracturas
Escuchemos de nuevo la pregunta,

Las rarefacciones, ¿qué disponibilidad coadyuvan para su aprensión y apropiación prospectivo-valorativa?

Ya para poder imaginar la factura de la pregunta, las refacciones son ahí en el ámbito de lo cuestionable. Además la pregunta pre-requisita los carácteres aprehendente y apropiante de las rarefacciones.


IV

Demolición de laberintos

El ámbito de los posibles se dictamina desde lo que historiográficamente se ha asimilado como destino, vocación de los advientos.

Otro mundo no es otra Historia, es otro relato que incide en lo mismo.

La realidad pertenece al signo escrito (siglo).

El mundo podrá ser un mundo terrible; es un mundo ordenado desde sus explicaciones.

La épica, como la eclosión de otra vida, es ahí donde reina el desasosiego espitirual. Nada peor para un poeta que reconocer las proporciones y no poder sino ignorarlas.

No somos rebeldes, somos el canto de la historia, los heraldos del adviento del ser. Es el espíritu quien habla por nosotros,

el y venir de los signos en la confección de los referentes:

transverción de la presencia

Remoción desde el abismo de los más cuestionable,
los antiguos advientos,
el plantar las semillas de la decisión
en el claro de lo más cuestionable:

Las categorias de nosotros mismos -> Lo aquello del algo que carece de nombre:

El emerger un mundo desde la tierra.

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