La-Niña (Photo credit: Wikipedia) |
Señor uno del Xibal-ba.-
El ave canta
si se encanta a razón,
Del propio
viento un recuerdo
Señor cuatro del Xibal-ba.-
Del canto su
propia piel y devoción
Señor.
Señor seis del Xibal-ba.-
La piedra,
En llanto
piedad acurrucado Señor,
Pluma en
estampa que dibuja la voz,
El ave a la
imaginación,
una y otra
vez la sal que azota en vaguada la cascada,
el ser
del norte le
deviene en ser el ser,
le viene.
Kukulkán.-
La voz
él su
tormenta,
dibuja en
sueño su recuerdo
la mirada,
sólo la
costa le provoca el escozor ámbar de lo infinito,
el no tiene
ser,
procura,
danza en
ilusión su reflejo.
Señor uno de Xibal-ba:
Viento de
paz que se ofrenda
Son tus ojos
muchacha,
Viento de
paz que hace la paz
La guerra,
Que tumba
los árboles sacros y gesta en piedad
Ritos que
elevan grandes hogueras.
Niña, todo
recuerdo es ínfimo,
Es su piel,
en cal como un muerto,
y ahí de sus
gritas y agujeros,
le viene en
símbolo la piel,
un hondo
bello,
lo sabemos,
vamos con él,
Lo que es
queremos,[1]
lo queremos
contigo.
Kukulkán.-
Ustedes,
ustedes me
confunden con él,
yo les hablo
del miedo y el hueco en el cuello,
las flechas,
si ven mis
ojos lo miran a él,
es un
asesino y yo los ojos,
soy un medio
del sol y su arrojo,
yo les hablo
de mis pequeñas y pequeños pedazos de tiempo
al papel,
pequeños
pedazos infinitos,
acurrucados
en violencia ante el madero,
todos
ardiendo,
me lo dijo
este pedazo de tiempo.
Señor uno de Xibal-ba.-
El descenso
en la presión le carcome la piel,
Kukulkán.-
La tierra en
él os hará temer,
como un
tejón él duerme hasta media tarde
y sólo ahí,
donde el sol es un espejo de sangre
él sale a
olfatear el disgusto de sus huesos,
él les
conoce,
les atiende
sabiendo cuándo roer;
sabe
suscrito en paredes de templos y mercados
su deseo,
se apega en
pasado al recuerdo.
El alba no
descansa en paz su suerte
de verlos en
huracán pintado barro
Y drenando
gente,
La piedra
descansa de vosotros al sol su corazón.
¿Interpretarme?
Interpretar
azul la brisa.
Mis pasos
los pasos son míos,
mis pasos,
también la
noche y el río,
Me apego en
placer al deseo del paso,
La piedra,
el chác y el ixtle, no el goce,
que
reglamenta costumbres y hombres en pedazos de piel y sueño.
La piedra,
el chác y el ixtle la razón,
que entumece
la brisa del placer en cuchillo y yunta de arado y papel
los huesos,
no señores,
nosotros nuestros pedazos de tiempo no podemos
consentirlo.
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