Quijotes en la danza eterna con el abismo del sol,
en la puerta,
con el hambre en la garra,
pero
con las medias rotas y el alma indispuesta,
con los bolsillos quebrados o el lemento eterno de la lejana amada,
que no llora,
que no lamenta,
que no sufre,
que simplemente ignora,
ah tú! eterna dulcinea.
Ay Europa,
sí tan sólo hubieses entendido.
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