Klimt - Poesie (Photo credit: Wikipedia) |
ya el ocio, ya el trabajo destinados,
en el fiel infiel con que gobierna
la aparatosa máquina del mundo
Sor Juana Inés de la Cruz, El sueño
[Zikvil, Nudelman y Edipo ingresan a la Cámara del Tálamo]
Zikvil.- Si de nube miel conserva,
ve y posa sal para la herida Artastía,
sahumadores lleva.
[le entrega una bolsa con sales a Artastía]
Es mejor Yocasta esté a nuestro lado
antes de dar a la polis tan negra noticia.
¿Qué ha pasado querida?
[Artastía dispone el sahumador y comienza a quemar las sales, el vapor inunda la cámara]
¿Qué dijo Yocasta antes de caer al suelo?
¿Qué ha pasado querida?
[Artastía dispone el sahumador y comienza a quemar las sales, el vapor inunda la cámara]
Artastía.- Yocasta, al comprender el negro hado se ha desmayado.
Zikvil.- Ay, mujeres, tan débiles.
Leñador, guardabosques,
tú joven forastero, ¿cuál es tu nombre?
Edipo. - Edipo, fiel guardián al nombre de Tebas.
Zikvil.- Ve por agua fiel Edipo, toma esa vasija,
hemos de refrescar a la señora luego ella despierte.
Edipo.- Aquí está tu espada.
Zikvil.- No, consérvala, era la espada de nuestro rey Layo,
con ella murieron sus asesinos en la afrenta cometida,
consérvala , cárgala al cinto,
que las ayudas de cámara te vean hermano de Tebas.
[Edipo encinta la espada, toma la vasija, abandona la Cámara]
Zikvil.- Ya nos deja, hablemos al claro.
Artastía.- ¿Supo Layo de mi amor antes de su muerte?
¿Y quién ese tal Edipo?
Zikvil.- Ese joven forastero que ahora va por agua,
más calla Artastía, contesta mis preguntas,
Leñador, guardabosques,
tú joven forastero, ¿cuál es tu nombre?
Edipo. - Edipo, fiel guardián al nombre de Tebas.
Zikvil.- Ve por agua fiel Edipo, toma esa vasija,
hemos de refrescar a la señora luego ella despierte.
Edipo.- Aquí está tu espada.
Zikvil.- No, consérvala, era la espada de nuestro rey Layo,
con ella murieron sus asesinos en la afrenta cometida,
consérvala , cárgala al cinto,
que las ayudas de cámara te vean hermano de Tebas.
[Edipo encinta la espada, toma la vasija, abandona la Cámara]
Zikvil.- Ya nos deja, hablemos al claro.
Artastía.- ¿Supo Layo de mi amor antes de su muerte?
¿Y quién ese tal Edipo?
Zikvil.- Ese joven forastero que ahora va por agua,
más calla Artastía, contesta mis preguntas,
¿Qué dijo Yocasta antes de caer al suelo?
Nudelman.- Zikvil, ¿Por qué le diste a Edipo la espada de Layo?
Era tuyo el gobierno y la espada mía.
Zikvil.- La espada es tuya, calla, no me interrumpas,
¿qué no puedes entrever mis intenciones?
Queremos que el rumor enternezca sus corazones
y el Palacio lo aclame luego;
horribles decisiones habrán de tomarse ahora.
Yocasta.- Layo, señor y amo, mi hermana quiso tu muerte.
Artastía.- Vuelve en sí.
Zikvil.- Delira.
Artastía.- Dame un puñal Nudelman, préstame tu espada,
Esta perra maldita morirá ahora.
Zikvil.- Idiota que idioteces piensas.
¿Cómo legitimaremos el Mando de las ruinas de Tebas?
¿Con qué negociaría ante la parca Atenas?
Nudelman.- Zikvil, se divisan ya sus antorchas por el Bosque.
Zikvil.- Rápido, la verdad apremia y nuestros amigos llegan.
Artastía, reúne al consejo de ancianos.
Dispón de los guardias de Palacio, que los traigan,
y asegúrate de que ahora sepan
que el asesino de Layo es Edipo,
nómbralo su propio hijo,
Y que sea Apolo quien así les alcance sus flechas.
Nudelman.- Zikvil, ¡no es el fuego de Atenas!
Son los árboles mismos quienes se incendian.
Zikvil.- ¿Qué dices? Apártate de la cornisa,
Era tuyo el gobierno y la espada mía.
Zikvil.- La espada es tuya, calla, no me interrumpas,
¿qué no puedes entrever mis intenciones?
Queremos que el rumor enternezca sus corazones
y el Palacio lo aclame luego;
horribles decisiones habrán de tomarse ahora.
Yocasta.- Layo, señor y amo, mi hermana quiso tu muerte.
Artastía.- Vuelve en sí.
Zikvil.- Delira.
Artastía.- Dame un puñal Nudelman, préstame tu espada,
Esta perra maldita morirá ahora.
Zikvil.- Idiota que idioteces piensas.
¿Cómo legitimaremos el Mando de las ruinas de Tebas?
¿Con qué negociaría ante la parca Atenas?
Nudelman.- Zikvil, se divisan ya sus antorchas por el Bosque.
Zikvil.- Rápido, la verdad apremia y nuestros amigos llegan.
Artastía, reúne al consejo de ancianos.
Dispón de los guardias de Palacio, que los traigan,
y asegúrate de que ahora sepan
que el asesino de Layo es Edipo,
nómbralo su propio hijo,
Y que sea Apolo quien así les alcance sus flechas.
Nudelman.- Zikvil, ¡no es el fuego de Atenas!
Son los árboles mismos quienes se incendian.
Zikvil.- ¿Qué dices? Apártate de la cornisa,
permíteme contemplar.
¡Oh Dios santo, señor bendito y terror de Tebas!
Son los bosques quienes cierran el paso a nuestros amigos.
¡Edipo, Edipo! ¿Dónde está el agua?
¡Oh Dios santo, señor bendito y terror de Tebas!
Son los bosques quienes cierran el paso a nuestros amigos.
¡Edipo, Edipo! ¿Dónde está el agua?
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