Pequeñas vocales que evocan viejas estampas de dulces mitos
de la dulce palabra ciega invocada para susurrar el grito de una estampa,
para cauterizar el alarido violento de un silencio eterno,
de su constelacion constelada en mil signos distintos
y estrallados,
tan ajenos viendo todos a distintos tiempos de lo que no es:
Un día todas las estrellas nos miraron,
Sin ser el ser de ellas
el testigo mudo de su corrupción,
de su estela,
de sus eones de eones desgastados.
Simplemente hemos de no-temer.
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