Buscar este blog

lunes, 9 de mayo de 2011

La historiograficidad I

Casi me podría poner a pensar que la mayor dificultad para los estudios históricos en nuestra época estriba en la selección y no en la selectividad de un factor determinante que marque o pueda marcar no sólo la pauta para periodizar un fenómeno; más bien me parece que, al interior de la periodización, está la periodicidad de la fenomenología tácita que ya se juega en la apercepción técnica del ente y la temporalidad (fenomenalidad vs. época del ser) de su evento.

De la primera decisión, respecto a la periodización, en la selección de un punto de corte se juega que la trama que precomprende la historicidad de lo estudiado pueda ser técnicamente manipulada por el historiador, dimensión donde es la historiografía.

El problema, respecto al aparecer de mi perspectiva, es más bien que en la selección de un punto de corte –como carácter específico que permite la particularización de lo estudiado – dicho corte no parte del ser de lo estudiado; más bien ya siempre se habilita desde la selección práctico-utilitaria de aquello que se ha puesto en estudio (di-sección). Es un producto (poesis).

En el medio del levantamiento de un corpus documental y la formulación de un criterio de clasificación -trascendental- que faculte la interpretación hegemónico-occidental del ser, viene a ser que dicho medio sea el sentido medio de lo que hoy se concibe como valor.

Valor, a tal sentido, será tomado como viabilidad del ámbito de selección práctico-utilitaria de aquello que se pone en estudio. A raíz de esto el valor ya siempre es un producto último y racional del pensamiento moderno. Valoración será entendido como apertura ámbitual de manipulación y maniobrabilidad del ente y de su estar.

Cuando decimos que al interior de la periodización está la peridicidad, esta periodicidad no es el efecto del trabajo de la conciencia del historiador, más bien es un estar de la fenomenología tácita que ya se juega en la apercepción técnica del ente. No es un trabajo, es un juego. No es una acción subjetiva, es un devenir acaeciente y presentificado como tecnicidad del propio aparecer del ente (a tal sentido la puesta en palabra pensante que intentamos sólo puede ser entendida desde la dimensión del juego, donde la filosofía hace lenguaje- basta de explicaciones, he aquí la implicación, la complicidad.

Este carácter presentificado del devenir aceciente es propiamente la disociación original entre teoría y teoros (el teórico como agente-producto de lo que queda oculto e insinuado alrededor de la palabra del viento -poesis y registo- las leyes del silencio). La dificultad en este punto radica en la descriptivilidad de este carácter -el sentido de lo presentificado- como instancia extática subyacente a la temporalidad y al terronamiento que dicho carácter implica de suyo en tanto ser-ahí (que en un sistema simple este carácter presentificado es sólo un plexo que junto al devenir puro y la acaecentibilidad, componen una unidad extática tripartita.)

Por ejemplo, establezcamos un problema. Pensemos acaso en qué y cómo podría ser clasificado el grado de desarrollo técnico de una lengua en su propia escala de complejidad expresiva.

Esto ¿conlleva también una cierta complejidad de raciocinio? Este raciocinio –es decir, cualquier decisión respecto al pensamiento – no podremos tomarlo como un trascendental o un universal, que ya, la misma problemática de suyo y desde la dimensión de su planteo, descarta de facto la existencia de lenguajes naturales ante lenguajes técnicos o viceversa. Más bien pre-comprende que toda lengua es la dimensión originaria de registro de la complejidad de los procesos técnico-manuales de la cotidianeidad de una, convengamos, civilización. Este registro y su expresividad, cómo el otro ámbito del ámbito, en otra convención, es lo que dice la palabra cultura.

1 comentario:

  1. La palabra cultura, dice la convención social, a travès del lenguaje o mejor dicho de los juegos del lenguaje.Los límites de mi mundo están en el lenguaje mediante el cual puedo decir los fenómenos perceptivos, aquello que la lengua me permite conocer, re-presentar, simbolizar o hacer de ello una forma de razón. Al problema establecido se plantea otro problema, lo técnico-teórico por un lado, lo natural y práctico por el otro. El lenguaje es la forma material de la conciencia, y en tanto todo signo es ideológico, no hay ciencia que no tenga incorporada -en el sustrato de su sistema- esa complejidad a la que otros no tienen acceso, sólo porque no hay registro de la expresividad que no sea pura fenomenología. El ámbito del ámbito del ser ahí, o del no ser. Por lo tanto esa manipulación de la historia es tambièn manipulación de la complejidad, del pensamiento de la civilización donde lo subjetivo acaece en la dimensiòn del devenir. Ser-siendo en el corte, en la perspectiva, es un juego utilitario, para alguien... será esa la historia de la graficidad??

    ResponderEliminar