Hay tantos jardines que se pierden en recuerdos,
aromas,
tantos instantes teñidos
que se recuperan intactos en el ding dong 
de la claridad de lo nada cierto
de lo que nunca se ha mentido 
pero tampoco se afirmó;
de lo que simplemente se tuvo 
por todo lo efectivo
en medio de un símil cavernoso,
palpable, 
inapelable, 
audito e inexpugnable.
Hay tantos y tantos nombres perdidos 
para siempre 
en toda la ilusión de nuestro misterio.
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