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jueves, 22 de abril de 2010

Insistencia

¡No!,
ni la gloria o el castigo, pena, ni redención.
Ni la angustia reunida cada domingo
alrededor de los girones de tu piel .

¡Tu alma no gravita recónditas cavernas de tristeza o desesperación!
¡No es tu sombra la que abruma al viajero!

Y te digo que no
Ya no existe la casa o la capilla
Ni el rascacielos presuntuoso de la avenida,
ni la voz del ataúd que clama por nombrar lo último.

Y te digo que no.
ni gracia, ni pena, ni dolor o auxilio.
No hay sonrisa de la tarde metalizada por el grito,
por la desolación de tu aullido.

Y te digo que no,
que ya nada queda.
Ni palabra ni reseña,
ni suicida existencia en un lugar donde no hay dolor ni alegría

Y te digo que no.
La negación depotenciada,
solo quedo con el hálito de tu voz,
cimbrante del tedio de tu armonía,
ya perdido mi tiempo en tus palabras vacías



Consumo tu pena sin misericordia por tus deudos




Te despediste aquél domingo
Diciéndote “¿Qué es de mí?”
Sin percatarte siquiera de la promesa,
que se cernía sobre la extraña sonrisa
…la imagen depuesta de tu memoria…
Al arengar de las horas, olvidaste el destino que la palabra te evocaba.

Sórdida. Sórdida y cándida era la razón,
aullaba sola en el tedio de tu hoz al momento de tu muerte.
“Yo era, la palabra y la vida.
A la luz de la palabra estaba, ahí era Yo.
Y donde era Yo en camino estaba ella”
Pero la verdad con Ella cegaste la viña.

¡Dijiste “Soledad” y el sol se consumió al ocaso de tus palabras muertas!

Entonces el temblor del tiempo cesó,
era radiografiada y la luna te espera
Dijiste “Adiós” con la rata encima de tus piernas.
Como mancha de grasa,
quedó sólo la reverberancia de tu ausencia.

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