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viernes, 2 de abril de 2010

Primera antología de aforismos facebookeros

La filosofía es una enfermedad autoinmune.

Las letras no se estudian, se comen, se mastican, se escupen y te indigestan. Llegan a hacerte cosquillitas en la nuca o ellas mismas te lanzan un escupitajo en el centro de tu ser. Las letras no se estudian.


Las palabras son palabras pero en ese ser pueden serlo todo o ser muy peligrosas. (Obvio, también pueden ser nada)


La forma se forma en la disolución de sí misma, eso que llamamos tiempo.


En el intento de aprehender la palabra, ya siempre se corre el riesgo de que ella la emprenda contra nosotros.


Cuando el filósofo se convierte en inquisidor, lo que realmente desea no es Verdad, sino Error.


Cuando la metáfora puede correr, es su curso lo que podemos llamar pensamiento.


Peor acto de soberbia que pedirle a alguien humildad, no lo hay.


Debemos aceptar la posibilidad de que lo único literal en estas líneas sea la palabra palabra.


Al lenguaje no le importa. No se alegra ni se lamenta de la fiesta del pensar o de la ortodoxia de tus juicios e instituciones. Al lenguaje no le importa.


La poesía no conoce de predicados, ella es. Tampoco de sujetos, no conoce, hace su ser mismo. En la pregunta "¿qué significa la poesía?" no cabe esperar respuesta, pues ya siempre ella misma nos arroja a lo que hace, lo que ella produce en el evento de su propio ser, el propio preguntar que nos arroja a la acción.


Sí, es ese cartesianismo soterrado el que me sigue produciendo ámpula. Es como una alergia a mí mismo.


Al igual que las palabras inútiles o el tiempo perdido, el perder la fe no es sino la pérdida de la efectividad de la comunicación, es decir, de aquello designado o referido por la comunicación, la propia comunidad.


Lo importante no es lo que Yo diga, sino lo que Tú escuches junto al crédito que me otorgues. Ahí es donde comienza lo real. ¿Qué pasa si digo tu nombre?


Si Yo es una cosa, la única cosa que puede ser es palabra. Aquél que pueda decir "Yo" y con ello diga algo real no es sino Poder.


Algo exacerbado, machista, habita y transpira en nuestros intentos por llenar los huecos de la tradición, completar nuestro "conocimiento del pasado". Es como si lo no dicho, lo olvidado, lo perdido - el hueco-, no pudiera permanecer en su vacío. Como si no pudiera gozar en lo inconmensurable de su nihilidad.


Si la palabra no guía a la acción y la acción no regresa para colocar lo nombres a las cosas, nada es real. Nada.


El problema del origen y el observador no atraviesa tal cosa como la subjetividad; más básico: trata una mera cuestión de paralaje donde el gallo ya siempre abandonó el gallinero. De ahí nuestra búsqueda del padre en el dilema del huevo y la gallina.
Para ser inocente no hace falta sino disculparse. Lo difícil es ser culpable; para ello sólo cabe ser terrible.


No pienses, sólo enfoca tu mirada y contempla la imagen. No pienses, porque siquiera sabemos pensar. Todo "pensamiento" es otra ruina. Un día tendremos la capacidad de que nuestro pensar sea pilote, viga y soporte, pero para ello es menester recibir lo dicho, soportar todo el peso de la palabra del Poeta.


Terrible: por que no tengo palabras para ello. Qué significa genial, maravilloso o inenarrable, sino eso: lo titánico del esfuerzo, del momento, del tiempo. De la vida que palpita ahora distante de la tuya cuando antes era tu propio cuerpo.


No soy quien soy, o quien se requiere que sea, al menos no todavía. Ella vendrá en ese momento y entonces podré ser quien siempre he sido. Eso no me excusa de nada, me hace sentir muy mal; pero eso también es una justicia. Filosofar es terrible.


Ser mujer no es una cosa sino ser un momento. El momento propicio de una sonrisa, un beso, una despedida. El momento propicio de muerte y vida.


El libro de tu rostro. El último medio de comunicación en la época donde no tenemos nada que decir. ¿Y nuestro rostro? ¿Llevamos la muerte por dentro?


El cine mexicano tiene que dejar de pretender ser una sucursal del teletón. El cine mexicano ha de ser simplemente Cine o no ser nada.


Una palabra como prodigio, en sí no significa nada. Y es que ella misma no es un signo cuando ya antes constituye una asignación.


Sobre los filósofos que aman preguntar. Cabría decir que ellos, en tanto aman preguntar, no van a ello que les interesa, sino que permanecen en el interés de aquello a que de principio se dirigían. De manera que si ellos también aman, es sólo por interés, pues es en dicho interés donde existe el conocimiento.


La filosofía no es el amor a la pregunta sino la pregunta por el amor. Una vez le pregunté a una mujer "-¿Me quieres?", entonces ella me dijo "-Que pregunta más tonta Federico". Y es que el filósofo, en tanto tonto, se dedica a preguntar por lo evidente.


Antes el filosofo procedía a analizar como un especialista en explosivos al intentar desactivar una bomba, hoy contamos cuantas pelotitas rebotan en el anuncio de una página de descargas masivas.


Podemos saber que vivimos una época patética para la filosofía cuando la mayoría de los ejemplos empleados en las explicaciones provienen de escenas y momentos de series de televisión, además de que reflexiones como ésta se publican en facebook.

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