Buscar este blog

domingo, 4 de abril de 2010

Insólitos

Cual fantasma hacías aspavientos para llamar mi atención
Terrificado no dispuse palabra y al abismo me arrojé
– al menos eso quise creer-.
Eran tus brazos de aliento y Yo de fastidio.
Eran lágrimas los surcos de tus dedos y sus huellas de latón sobre mí
Eran consignas secretas de los milenios petrificados en tu brisa
Era la sombra ausente de tu boca y la mía.

Fuimos pleamar al menos un instante,
aprisionado, escondido, lamiendo despacio cada ay, cada ironía.


Y después… No sé.
La luz te atravesó, terrificando aun más tu recuerdo,
tu presencia, tus prognosis y mis profecías… pero no hubo un Leviatán para mí.
Tocaste con los siglos mis ojos
y el ámbar de tu luz me ahogó en la penumbra de lo no dicho lo no hecho lo no deseado y lo no conocido

La noche fue y no permanecí en pie.
Dijiste algo muy suave que sólo el árbol pudo entender
Violento e intempestivo me levanté al grito
“! Aléjate de mí ¡ ”,
pero tu sombra aun me atañe en los días en que el Sol alumbra con tu perfume
y entonces pregunto y me pregunto “¿ahora? ¿ya? ¿cuándo es el momento?
¿Ahora? ¿ya? ¿es el Tiempo?
Las siguen mis frases no vuelven a decir nada vuelan las palabras al cerco de tu mirada nuestras voces no bailan en la Rosa te amo pero eso no significa nada.


Nada vuelan al cerco la Rosa, no bailan y no dicen nada, sin referente se pierden. Siquiera el viento atiende; arde el cabrón, y vaporiza el instante. Sino que el aliento expira apenas sale de la protección de su monumento. La muerte, la tuya y la mía en el bar de aquel arco puente o pequeña protección ante el Nunca. Era de la noche en que una vez más nada ocurrió entre los dos, en la noche en que nos alejamos insólitos el uno del otro.
Y todo se convierte en una prosa insoportable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario