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lunes, 31 de mayo de 2010

Primera, segunda, tercera cabalgata

The steeds rush on in plunging pride
But where are they the reins to guide?
A thousand horse, and none to ride!

Lord Byron, Mazeppa, XVII


Hijos de una religión olvidada,
Los caballos ya no pastaron en rosas
o del descuido de sus tierras ta tum:
Silencio por siempre, el vibrado de una cuerda.
Éramos de los huesos del labrado,
de los que nunca conocieron el aliento:
de la mañana depontenciada al crujido
de los dientes o los duendes de tus piernas,
donde los caballos volaban por el aro,
o del iris que cantó en cada galope
lo sibilante de tus estrofas en primero,
o segundo, o tercer comienzo:
Del mar entre tus ojos y los míos,
lo emergido de lo pleno del abismo.

Las flores de hueso y no pétalos,
reverdecieron al contacto de tu dios.
Pero tu día era algo más etéreo
que el humo extraño del más
silente de los incendios.

Del ocaso, la vista, y del ocaso
la perspectiva en potencias de lo inexpresado:
de la danza de una legión
descubridora de la surgencia
y de lo inadecuado de tus deseos de vapor.

Solo expreso en las voces
de los futuros los anhelos, el Sol, y sus belfos
tallados en la rocas de la congregación.
De las garzas y sus vendas,
de los gases que silbaron las cuentas,
que contaron tus nombres al olvido,
y de los compases y las alianzas
del ralato el galope de la explosión:


Ta tum,
y la roca explota al abrazo de una rosa.

Ta tum,
Y la rosa se levanta al contemplar de su voz.

Ta tum, ta tum,
Y la palabra arroja el campo.

Ta tum,
donde la tierra es del campo de un dios.

Ta tum,
Así la roca guarda y espera
el advenir de tu viento.

Ta tum,
Y tus religiones desengarzan
los pasos andados, de un tiempo que
del ocaso y lo palpable
ta tum, ta tum confunde todos los roces.

Ta tu, ta tum,
[las lozas que nos cubren de tu muerte]

Ta tum, ta tum,
Y de lo ruido de tus pieles
resuena lo conforme.

Ta tum, ta tum,
Así se confiere la justicia,
de una voz ajena y no distante.

Ta tum, ta tum,
Donde las lágrimas son moscas
o las moscas son alientos
del contacto del primer
y segundo roce.

Ta tum, ta tum,
donde la piel tercero ahora es roca
y el Ser se contacta en ta tum ta tum
del espectro de tu nombre.

Ta tum, ta tum,
De las mieles del estío,
donde las tierra es insurgente.

Ta tum, ta tum,
Y en tumbos el primer paso
en la salvaguarda del sonido indiferente.

Ta tum, ta tum,
Así fue hecho el ritmo,
de todas las cosas o la grava de las plazas.

Ta tum, ta tum,
Y de la voz el aliento que dijo
“ta tum, ta tum” tuyo o de una palabra
aun más palpable:
ta tum ta tum insigne del destino de tus plantas,
de la estrella que aun no brilla,
de tu cielo sin abismo [o de tus piernas
calientes al rayo de la voz]

Ta tum,
Del tallado de las rocas donde
surge lo surgente de tu deseo, ta tum,
caricia el contacto del cincel
y es el Eon al viento. Ta tum.
Una rosa o una voz:
El umbral de una caverna
que penetra los tiempos,
los ordena, ta tum, les confiere perspectiva,
y nos relega de los rasgos
y del semblante del olvido y los caballos

Ritmos, rocas, rosas,
ta tum,
y el aliento insigne instituye la voz,
ta tum, de mis voces rememoradas,
de la venda de mis ojos,
de un dios carente de su sol.

Entonces, ta tum, la piel, y No te vi,
y en la roca ya no estabas.

No te vi,
y en la aurora yacías muerta.
No te vi,
de la tierra que abrazó tus ropas.
No te vi
Eras el tránsito de las rosas,
en el abismo de tus estanques,
o en estatuas de las cosechas
de un viento no soplado ni ta tum.

Las horas donde los segundos escupen
en las aguas y se conforman
las olas, la primera cosa: ta tum,
ahí donde dimos nuestro primer,
y segundo, y tercer Ta tum.

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