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domingo, 16 de mayo de 2010

Tu rostro de muerte

Con tu rostro de muerte
firmé en tus labios la sentencia del ave.
Y a su vuelo perdí el recuerdo
del aroma de todas tus frases.
Naranjas, limas, fresas o toronjas,
sus jugos destilaron en cada sonido de sus alas.
Roca, arena, el suelo y el agua subterránea,
todo eso adiviné en los ojos cristalinos
del placer o de tu muerte o de sus vuelos:
De las voces terribles que incluso desconocen al signo.
De tus dientes, tus olores o aun tus frases calientes al tiempo.
De las frutas que ahora silbabas al silencio.
O de tu rostro sin signo ni semblante
que reclama el abrazo eterno,
el cuerpo de un joven amante o la semilla que no digiere.

El rostro, sus signos, las letras o la tierra,
Tus entrañas te cobijan y en ellas arriesgas la pulpa,
En ellas te pierdes de tus risas,
y en ellas fijas tus vuelos como si fueran los pliegos de la enciclopedia.

Pero de tu rostro siquiera las siluetas,
las hojas pasan y son las marcas ausentes
de tus antiguos y más privados misterios.
Son del fénix un martillo.
Son del fénix ya tus labios.
Y son del fénix los aullidos del abismo.

Pero Yo, yo no soy el fuego…

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