Grito ensordecedor del hueco,
de tu nombre y bandera,
de los signos con que limpias
la sangre de tu heroicidad.
De la sátira de mis pasos
junto y acorde a los tuyos.
De la mentira y sin razón.
De la necesidad de tus
Sectas y tus alientos,
de denuncia y de requisito a la paz.
¡Basta!
No más nombres, recensiones
ni credos, no más usos
a discreción de la verdad,
para esconder tus crímenes
y poder, tú, gran deidad.
Sanguinaria y transtorno,
de la violencia en justicia,
verdad y proyecto,
de tus plantas opresoras,
ecuánimes y derecho,
ídolo trascendental.
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